miércoles, marzo 30, 2005

No hay ética sin estética

En una campaña electoral vale todo, excepto la antiestética. Me duele la boca de decirlo: NO HAY ÉTICA SIN ESTÉTICA.
Salvar al Mundo a Través de la Degeneración. Esta era, en resumen, la propuesta política del gran Ignatius J. Reilly de La conjura de los necios, quien imaginaba además que "Los dirigentes del mundo enloquecidos por el poder se quedarían muy sorprendidos sin duda al descubrir que sus soldados y jefes militares no eran más que sodomitas disfrazados, deseosos de encontrarse con los ejércitos de sodomitas disfrazados de las otras naciones para fiestas y bailes, para aprender algunos pasos de danzas extranjeras". Nada que objetar.
Además, explicaba que su madre, la señora Reilly, era claramente apolítica, "solo votaba a candidatos que pareciesen buenos con sus madres. Había apoyado con toda firmeza a Franklin Roosevelt en cuatro ocasiones, no por el New Deal, sino porque la señora Roosevelt parecía bien tratada y respetada por su hijo".
No puedo estar más de acuerdo con este criterio de elección de las personas que van a representarnos durante cuatro años. En eso, la señora Reilly me parecía una sabia de la categoría de Esopo. (No puedo decir lo mismo de su querencia por la botella de vino al horno). Y es que yo no digo que no haya que tener en cuenta el programa político de un partido, pero también hay que considerar otras cuestiones. He oído por algún sitio que van a impedir que un partido de nombre muy parecido al grito griego eternamente ligado al principio de Arquímedes concurra en las próximas elecciones vascas porque sus candidatos van muy mal vestidos y con una pettinatura... tela marinera. Pues claro, me parece normal. Hombre, por favor: ¿cómo van a votarte llevando la cabeza casi rapada, pero teñida, por supuesto -en este asunto, qué quieren que les diga: ya he tirado la toalla, porque uno también se cansa- y con una trenza en plan Rapuncel (o Rappel, que viene a ser lo mismo), afortunadamente del mismo color y que te llega prácticamente hasta la cintura? Es que no es serio. Pues nada: erre que erre, que no están de acuerdo con la ilegalización, que no tienen espejos en casa, etceteraetceteraetcétera. Y en cambio, ves a María San Gil, monísima, moderna, delgada, que no parece ni siquiera del PP, que viste fenomenal, y claro, no hay color. Dan ganas de llevársela a casa. Yo no digo nada pero está claro quién va a ganar el próximo 17.
"Para la señora Reilly, Nixon y Kennedy habían significado Hannah y Rose. Los candidatos sin madre la desconcertaban, y cuando en la elección no había madre, se quedaba en casa". No me extraña lo más mínimo porque yo haría lo mismo: a mí la gente que al parecer está en permanente viacrucis para ver quién viste peor e inventa una nueva aberración capilar, y además se jacta de ello saliendo a la calle de esa guisa solo para cruzarse conmigo, pues la verdad, no me inspira la menor confianza. Y si hay que ilegalizar el principio de Arquímedes, se ilegaliza. Lo que no podemos hacer es, parafraseando a Chus Lampreave en Matador, convertir todo unas señoras elecciones en una pase de modelos de cirugía antiestética.

Rayuela: Capítulo 7

Toco tu boca, con el dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar junto a mí como una luna en el agua.
rayuela, de julio cortázar
He descubierto este texto mientras desayunaba, y me ha parecido muy hermoso. Podría contarles que hoy he vuelto a actuar de negro para escribir una carta al director de alguien que echa las muelas con el servicio público de sanidad. Creo que he salido airoso del paso. Es desde luego menos arriesgado que aquella vez que, ni corto ni perezoso, me hice pasar por un abogado de la CNT francesa para mediar en las rencillas de herencia entre dos hermanas siamesas que...
- ... con lo que nosotras hemos sido, que nos hemos peinado iguales, nos hemos vestido iguales y nos hemos acostado con los mismos chicos. ¡A ver, qué remedio! Y ahora, fíjate: quiere quedarse con lo que mi padre le dejó a mi hermano, que es un santo. El pobre mío. No es ladrón ni maricón; lo único es que bebe. Pero tiene su casa... que me gustaría que la vieras. ¡Como una jarrita! Pero si no quiere trabajar, ¿yo qué hago? ¿Lo mato?
-No, mujer. ¡Cómo lo va a matar por tan poca cosa! Déjeme, que yo le escribo la carta, si eso le resuelve la papeleta.
-Pero habla bajo, que mi hermana está a punto de despertarse y se va a enterar de todo. Aunque yo creo que ella lo oye incluso a través de los sueños. ¡Es una bruja! Yo creo que me espía. Tienes que firmar tú la carta y poner tu dirección para que ella se lo crea.
-Pero yo no soy abogado...
-¿Y qué importancia tiene eso?
-Vale que le escriba la carta, pero búsquese a otro que se la firme. Yo no puedo suplantar a un abogado.
-Pero si esto se queda en familia. Antes me dejaría arrancar las uñas que decir que una persona buena como tú me ha hecho este gran favor. Pero si no quieres... Ella se quedará con todo, qué vamos a hacer.
Y así como pasé seis meses en esos "apartamentos de extrema frescura en los que nunca te incomoda el sol". Pero yo por una buena causa, estoy dispuesto a llegar adonde haga falta, incluida la cárcel. Y no se les escapará, a los que han tenido la ocasión de compartir semejante experiencia, lo que allí se cotiza un cuerpo sinuoso como el mío y un cascabel en flor.
Hasta mañana.

martes, marzo 29, 2005

Los chándales

Lo he dicho ya en otros foros -perdonen que me repita, como el ajo, de lo que por otro lado tendré que hablar más adelante-, pero es que se me abren las carnes cada vez que salgo a la calle y veo que medio país ha sucumbido a la tiranía del chándal. ¿Pero es que nadie piensa hacer nada al respecto? ¿Los legisladores de turno no se sienten interpelados? No sé entonces para qué se les paga. ¿O es que solo me molesta a mí? No hay ética sin estética: eso lo sabe hasta un niño de pecho. Así que todos esos amantes acérrimos del chándal tienen el infierno ganado a pulso. Los chándales deberían estar prohibidos. Pero para que vean que conozco el sentido de la palabra tolerancia, los admitiría cuando se utilizaran realmente para hacer deporte. En todos los demás casos me producen alferesía. ¿Es que a nadie se le ha ocurrido que se deben seguir los dictados de la naturaleza, incluida la del chándal? Todo el mundo se los pone para recibirte en casa, salir del hospital o de la cárcel, ir a clase -hay quien hasta este momento no ha repetido aún conjunto: combinaciones de 18 elementos de orden 18, ¡me veo incapaz de precisar el día en tendrá que repetir el modelo!- , ejercer de domingueros o simplemente para cruzarse conmigo. Voy a terminar por trasladarme al Aneto a vivir. El chándal no es una indumentaria socialmente aceptable. Cada día me doy más cuenta de que lo que el mundo moderno necesita es una policía estética. Un cuerpo de policías celosos de su trabajo nos ahorraría gran parte de los problemas que tenemos ahora, que por desgracia van mucho más allá del abusivo uso de esta satánica prenda. ¿Se imaginan Vds. a Leo Da Vinci vestido con un chándal? Pues entonces. ¿Creen acaso que Katharine Hepburn habría alcanzado la gloria vestida con un chándal? No, ¿verdad? El chándal es un estigma de la sociedad de hoy, como la tuberculosis lo fue en el pasado. ¡Qué telas, qué diseños, qué colores, qué cuerpos se esconden -Deo Gratias- debajo de ellos! Por no hablar de los complementos: las mechas que no faltan, las zapatillas de medio tacón o directamente los tacones, los oros, las esclavas grabadas Tu Maritere, la pelambrera que surge impetuosa cual selva, etc. ¡Es demasiado! Aparte de a la gente que debe hacer ejercicio -que son legión, dicho sea de paso-, solo le permitiría llevar chándal a mi vendedor de ajos. Sí, el origen de esta prenda y de su nombre está en la que llevaban los merchands d'ail del siglo XIX en Les Halles. Así que la próxima vez que me cruce con alguien que va a mi paso y lleva chándal, le preguntaré por el precio de la ristra de ajos, que dicen que son tan buenos para activar el flujo sanguíneo. Y Vds. pueden hacer lo mismo y luego contármelo. Necesito tomar un poco el sol. Estoy en la ribera del Ogooué. À demain.

domingo, marzo 27, 2005

La espalda del Papa

Los planos del Papa de espaldas ofrecidos este fin de semana por la oficina de comunicación del Vaticano me han dejado estupefacto y me han electrizado el pelo -ya de por sí bastante eléctrico, porque todo el mundo sabe que mi cabellera está llamada a ser el futuro de la energía eléctrica de este país "que Vd. con su acostumbrada malignidad suele llamar Batuecas". Bueno, pues al ver que el Papa nos daba la espalda con esa desfachatez, prestándose a una planificación totalmente plagiaria del maestro Hitchcock, me he dicho que ya estaba bien de impunidad. Por lo menos en lo que a mí concierne, me siento en el deber moral de denunciarlo, siquiera desde estas páginas. Es imperativo que el Papa deje de acaparar los titulares. Al menos a costa de un plagio. Pues hasta ahí podíamos llegar. Y además estoy seguro de que el cameraman de guardia en estos días de pasión en los corrillos pontificios esperará parabienes de lo que él calificará probablemente de sutil homenaje al mago del suspense. Yo por lo menos no pienso pasarlo por alto: para mí es un plagio en toda regla y no estoy dispuesto a mirar a otro lado. ¡El Papa tiene que dimitir! Mejor hoy que mañana. La imagen de la madre de Norman Bates no puede ser tomada así como así, a la ligera. Es un icono del cine. ¡No, señor! Hay unas formas. Y que ahora venga un reporterucho gráfico con la venia del Vaticano y calque o intertextualice unos planos de Psycho, pues la verdad no puedo tolerarlo. Además, hasta donde yo sé, el Papa no es un actor. ¿O sí? No tiene la formación clásica de un Anthony Perkins, que yo sepa. Aquí la Unión de Actores también podría pronunciarse. ¿No recogen en sus estatutos alguna cláusula respecto al intrusismo? Pues aquí tienen un caso. Así que cada cual en su oficio. Zapatero a tus zapatos. O "Chacun son métier, et les vaches seront bien gardées". Como prefieran. Y luego que el agónico espectáculo que ofrece es grotesco: carece por completo de interés dramático. Lo único que consigue es que se le tome manía. ¡Qué afán de protagonismo, my good! ¡Qué soberbia! Lo decía hace mucho tiempo Anita Loos: "La naturaleza al final tiene que seguir su curso". Pero es obvio que alguien se empeña en lo contrario. Me gustaría a mí poder asomarme al ojo de una cerradura del Vaticano para contarles a todos Vds. las intrigas que se cuecen en el reino papal. No quisiera estar yo en esas salas llenas de arte expuesto a un estilete perdido. El gremio de los restaudores de arte tiene que estar frotándose las manos. Está claro que alguien tiene MUCHO interés en mantener este viacrucis papal a cualquier precio, incluido el del maltrato a un anciano senil que merecería que se le respetara. Probablemente las autoridades cardenalicias no se ponen de acuerdo en qué modelo llevar al funeral: ¿Alzacuellos rosa de Gaultier o azul eléctrico de YSL? O quizás no quedan réplicas de los anillos de Inocencio X para todos. Si de lo que se trata es de ahuyentar a los fieles de esa doctrina que ellos califican sin el menor pudor de cristiana, tengo que darles mi mayor enhorabuena, porque a fe que lo están logrando. Por favor, que lo dejen tranquilo y relean La conjura de los necios. El Papa es actualmente la viva imagen del personaje de la señorita Trixie, que a sus ochenta largos años soñaba con su pavo de Navidad y la jubilación, pero alguien, la Sra. Levy en este caso, se empeñaba en lo contrario solo para experimentar con ella ciertas aberraciones psicoanalíticas aprendidas en cursillos por correspondencia. El Papa tiene derecho a descansar y vivir dignamente el tiempo que le quede. Como cualquier ser humano. De paso aprovecho para pedir que en esa lucha de clanes que sin duda se está fraguando en este momento en las entrañas del Vaticano para ver quién ocupa el Sillón, por una vez tengan un poco de caridad cristiana y elijan al más progresista de los candidatos. El mundo ha cambiado. Afortunadamente. Y la gente no se chupa el dedo. Así que si quieren que sus prédicas tengan algún reflejo en la vida práctica, más les vale levantar los ojos de esas enaguas negras de charol, ultraceñidas, superajustadas con mucha pedrería, y comprender, si es que son capaces, la sabiduría que encierra la mirada de la gente. La nada praxiteliana curva ombliguista se tiene que acabar. El mundo YA es todo lo que acontece fuera. ¡Uf, cuánto contenido! Me siento como si hubiera mudado la piel cuatro veces. Me voy un rato a tomar el sol y a engullir un antílope para el menú de los próximos días. Vipère

sábado, marzo 26, 2005

Optimismo y marcos incomparables

Lo decía Antonio Lamela: "Soy optimista por naturaleza, lo que quiere decir que me gusta lo óptimo", y yo no puedo estar más de acuerdo con semejante declaración de intenciones. Mi oficio actual en la vida consiste en ser optimista, a pesar de que la realidad cotidiana se empeña casi a cada paso en lanzarte a los brazos del pesimismo e incluso del homicidio. Cuando visitas La Alhambra, que es al mismo tiempo ese milagro y esa maravilla que deberían prescribir los psiquiatras como el mejor tranquimazín, a uno se le limpia el karma en un decir Jesús y no le queda más remedio que reconciliarse con el mundo, incluido ese vecino cuyos ronquidos se oyen a través del tabique de papel que separa mi piso del suyo. Allí se olvida todo lo que nos estropea el día y uno piensa que ya nada malo puede ocurrir nunca más, que si esa gente logró crear el marco incomparable que nos han legado con tan pocos medios, nosotros lo tenemos todo a favor para quedarnos con lo mejor y seguir avanzando. Pero incluso allí, mi inquisitivo intelecto me enfrenta a pruebas de fuego de las que es muy difícil salir indemne: gente esclava de una cámara digital, turistas incluso locales que deben de haber sido condenados por un tribunal especialmente sádico a vestir de una forma aberrante que solo se paga en el cadalso, etc. Pero el momento impagable de la visita consiste en captar al azar varias frases del público-que-tanto-me-quiere. Comparto con Vds. solo una de ellas. Marco: Mirador de Lindaraja. Protagonistas: Tres amigotes que tomaron mal la indicación "Club de karting" Amigote 1: Buf, esto es siempre lo mismo, macho. Amigote 2: A ver qué te esperabas de un castillo. ¿Qué se ve por ahí? Amigote 1: Nada, qué vas a ver: otro palacio. Para el amigote 3, este discurso resulta demasiado complejo. O bien es mudo. O bien le hacen luz de gas. En otras circunstancias semejante exabrupto me habría dejado hecho unos zorros - si es que una víbora se puede permitir sucumbir ante una especie como el zorro- o le habría escupido un poco de veneno, pero hoy por hoy no estoy por la labor. Me cotizo demasiado para compartir mi veneno. Simplemente, me escabulloso con mi piel resbaladiza y me voy al otro extremo de los palacios nazaríes. Y sigo mi visita encantadora por una ciudad que cada día me gusta más. Vengan a ver Granada y vengan a verme a mí. Hasta mañana, queridos.

viernes, marzo 25, 2005

Empecemos

Queridos Todos, Como sabéis, esta expresión, según las nooormaaaas deeee toodaaa la viiidaaaa de la Real Academia, incluye ellos y ellas, así que no voy a empezar con moderneces, modernidades ni modernuras políticamente correctas. No voy a utilizar esta primera entrada para presentarme, porque voy a dedicar un rato cada día de mi dolce-far-nientosa vida a iros contando todo lo que debéis saber de mí, que, siendoos sincero, es todo lo que debéis saber. Y punto. Je m'apelle Vipère de Gabon, porque he pasado largo tiempo en distintas ex colonia francesas. Por ahora, es todo lo que diré. Nos quedan muchos días por delante. Besos, abrazos o lo que corresponda, Vipère