martes, octubre 25, 2005

VAINICA DOBLE. ETERNAMENTE.

La mañana en que cumplí 28 años me levanté con una triste noticia: el día anterior había muerto Carmen Santonja. También ese día murió Carmen Martín Gaite -ambas eran amigas y, por ejemplo, la adaptación de la serie Celia, de José Luis Borau, las unió en televisión-, pero a ella, aunque tengo la idea de que también era alguien entrañable y en algún momento me adentraré en su obra, no la sentía cercana. En cambio, Carmen Santonja, aún sin conocernos en persona, era como alguien de la familia, alguien de quien me fiaba, una persona íntegra, con una mirada y una sensibilidad especiales que me acompañan desde hace casi 10 años. Una parte de su rica creatividad está recogida en más de cien canciones a las que recurro con frecuencia. Ella fue la mitad de mi grupo favorito, Vainica Doble. Se ocupaba de las letras y hacía los coros. La música la componía Gloria van Aerssen, que también ponía la voz. También es probable que trabajaran de otra forma. Existe un viejo libro dedicado a ellas escrito por Fernando Márquez. Está editado en la colección Los Juglares por Ediciones Júcar. Es de 1983. El texto carece por completo de estilo, pero ofrece datos interesantes que no habríamos conocido de otro modo. Y es que Vainica Doble decidió llevar una carrera musical errática porque detestaban hacer promoción. Y dar conciertos: Gloria se ponía casi enferma. Según me contó ella, cuando Miguel Bosé inauguró en TVE su interesante programa musical Séptimo de caballería, las llamó para dedicarles el primer programa. Habría sido un bombazo. O por lo menos un bombazo para mí, que es lo que cuenta. Ellas, en su línea, volvieron a decir que no. Odiaban aparecer en televisión, y para los otros medios concedían las entrevistas mínimas. Claro, las casas de discos se ponían de los nervios, y casi han tenido una diferente para cada disco. Y el gran público no las conoce. Pero una vez que las has descubierto, una vez que te han contado su primera historia, ya no quieres dormirte sin escuchar la siguiente. Y otra más. Y otra. Se convierten en una compañía para siempre. Había oído hablar de Vainica Doble, pero nunca las había escuchado. Permanecían –como sigue ocurriendo ahora- como patrimonio de un reducido grupo de seguidores incondicionales, muchos de los cuales son más que conocidos; Fernando Márquez, el Zurdo, incluyó un comentario de algunos de ellos en su libro. Me refiero a Jaime Chávarri, José Manuel Caballero Bonald, Luis Eduardo Aute, Jaime de Armiñán o Luis de Pablos. Curiosamente, tuvieron una cierta popularidad por delegación: Sergio y Estíbaliz hicieron versiones de dos de sus canciones, Déjame vivir con alegría y Un siseñor con las patas verdes. Cuando yo descubrí sus canciones, sus discos no existían en las tiendas. Tenía un par de casetes que me había grabado el amigo de una amiga. Un día encontré por azar en el Rastro un casete original de El eslabón perdido. Pero a los pocos meses –oh, maravilla- se reeditaron en CD varios de sus discos, y el primero que me compré fue Heliotropo. De este disco, las canciones que más me gustaron enseguida fueron El pabú –que no tenía ni idea de lo que era; luego me enteré de que así llamaban en Madrid a los primeros coches de motor, y había otros más grandes a los que llamaban haiga- y la Habanera del primer amor. ¡Qué milagro descubrir algo que llega a emocionarte, algo que te lleva por un camino mágico poco a poco, algo que vas comprendiendo enseguida, algo que capta tu atención! Es un claro reflejo del genio del artista, y un ejemplo de la comunicación. Luego fueron apareciendo otros discos y los fui comprando. Intentaba darlas a conocer en mi círculo, con escasa fortuna, debo confesar. Intentaba hacerles aprender a los pequeños de la casa algunas canciones como Guru Zakun Kin Kon, que me parece una canción hermosísima que refleja muy bien el espíritu colonizador y agresivo de gran parte del género humano, y que renueva las ganas de emigrar a Venus, o La ballena azul. Tengo que admitir que no lo he logrado, y a estas alturas he tirado la toalla. Y me he pasado muchos años preparando el arroz de los domingos mientras cantaba del derecho y al bies: “- Siempre que vuelves a casa me pillas en la cocina embadurnada de harina, con las manos en la masa.
- Niña, no quiero platos finos, vengo del trabajo y no me apetece pato chino. A ver si me aliñas un gazpacho con su ajo y su pepino.
- Papas con arroz, bonito con tomate, cochifrito… ” Es la banda sonora del programa de los 80, pionero en su género, presentado por Elena Santonja: Con las manos en la masa. Junto a Gloria canta Joaquín Sabina. Me emocionó escuchar una canción dedicada a un niño mariquita: El rey de la casa, basado en un referente con nombre y apellidos, un vecinito de un veraneo en Galicia. En Navidad, junto a un villancico de La Macanita, que aparece en Flamenco de Carlos Saura, en casa cantamos el ¡Oh, Jesús! Y muchos días de soledad la banda sonora de mi vida la marca una canción que se llama Un metro cuadrado. No se necesita mucho más de lo que dice esta canción para ser (modestamente) feliz: una guitarra, los cuentos de Calleja, una parra que te dé sombra: “… que la gente sepa que todo eso es mío y nadie se atreva a entrar sin permiso… Un metro cuadrado sembrado de hierba… un libro en las manos, con estampas viejas, sus cantos dorados, cuentos de Calleja… Sobre mi cabeza se ve el cielo mío, todo el cielo propio, y podré mirarlo sin pedir permiso con un telescopio…” Cuando ya creía que había escuchado todo lo que tenían publicado hasta entonces, encontré un disco que me faltaba: Contracorriente (1976). Lo escuché en la terraza, al sol, una mañana mientras desayunaba, y se me hizo un nudo en la garganta que luego se transformó en un llanto de alegría cuando descubrí una canción desconocida preciosa: Eso no lo manda nadie, una adaptación de una canción popular instrumentada con un sitar. Todo lo que dice la canción es: “Y a mí me podrán mandar a servir a Dios y al rey, pero quitarme a tu persona eso no lo manda nadie” Y están las Cartas de amor, y Taquicardia: “Doctor, hágame un electrocardiograma porque tengo delicado el corazón. Ay, qué palpitación, cómo late mi corazón. Sístole, diástole. ¿Dónde está ese médico de guardia para que me cure esta taquicardia?” Y está, por supuesto, Pasos en falso, que refleja perfectamente lo que yo hago a cada momento. "Por intentar detenerte, voy dando pasos en falso. No me acostumbro a perderte, pero todo lo que hago tratando de evitar tu alejamiento es un desesperado y triste intento".
O la historia de Mi alumno, el flirt entre una profesora de piano que se pone atómica con su joven alumno, que tampoco le va a la zaga. La funcionaria ilustra el estado en que se encuentra medio país, aquellos que desearon ser funcionarios y luego se vieron sepultados entre legajos. (Otros tiraron por la calle de en medio y se han pasado la vida sin dar un palo al agua; en todas partes los hay demasiado listos). Carlos Berlanga hizo una versión de esta canción que aparece en su disco Indicios. Ellas le hicieron los coros, y quedaron muy contentas con el resultado. No es nada sencillo hacer una versión decente de una canción de Vainica Doble. (Sin embargo, me parece bastante digna la versión de Marcela Morelo de la Habanera del primer amor). Después de 13 años sin grabar, en los que siguieron componiendo bandas sonoras para Jaime de Armiñán, entre otros, y canciones para Luz CasalRufino es una canción de Carmen Santonja; y con Lo eres todo ganaron el premio Ondas a la Mejor Composición; Gloria me dijo que para entregarles el premio se acordaron de avisarlas la noche anterior, y que tenían que coger un avión hasta Barcelona, así que pasaron del premio- , en 1997 se produjo todo un acontecimiento: Vainica Doble sacaba nuevo disco. Lo titularon Carbono 14 –por entonces rondaban los 65 años: estaban perfectas para someterse a esta sencilla prueba-, y la casa de discos lo presentó por todo lo alto en el Palacio de Gaviria de Madrid, con el Gran Wyoming como maestro de ceremonias. A ellas no les quedó más remedio que asistir. Pero se arrepintieron de volver en aquellas condiciones: Gloria contaba que los de la discográfica le exigieron que gritara, en lugar de cantar, y “está todo muy ordinario. Además, se tenía que oír a los colaboradores, a Fulanito, al novio de Fulanito, etc”. Incluye una versión del ¡Oh, Jesús!, con bastante presencia de Miguel Bosé, algo que se podría haber ahorrado: un hermoso villancico descuartizado. En cambio, la versión de Lo eres todo, con Alejandro Sanz, más aflamencada –antes de que llegara a Luz, esta canción estaba escrita para Manzanita- me gusta mucho. Hay que citar a Paco Clavel, quien en 1988 tuvo el lujo de grabar una divertida canción firmada por Vainica Doble, La chinita de Shanghai, canción para la que además Gloria y Carmen tuvieron la generosidad de hacerle también los coros -una versión por las propias autoras está incluida en En familia-. Paco Clavel, presente en los coros de Juncal, organizó en el Círculo de Bellas Artes una exposición de homenaje a Vainica Doble con obra pictórica de amigos artistas de ellas. Con la exposición se editó un disquito, Miss-Labores, con 5 canciones, una nueva -sonrojante-, y cuatro procedentes de series de TV de los 70. Vainica Doble ejerce un claro influjo sobre muchos grupos posteriores, algunos muy conocidos como Mecano, quienes cambiaron “la sonrisa Profidén” de Vainica por “la cara vista es un anuncio de Signal", y el Ay, quién fuera a Hawaii se convirtió con Mecano en Hawaii-Bombay. Y a finales de 2000, seis meses después del fallecimiento de Carmen, salió En familia. El pintor y Dices que soy son dos canciones preciosas. Es un buen cierre a una carrera de calidad que podría haberse desarrollado de otro modo. Gloria quedó muy satisfecha con las condiciones de trabajo con Elefant Records. Y paso por alto la obra pictórica que han dejado y los cuentos que Carmen publicó. Vainica Doble es sin duda una gloria nacional y merece un gran homenaje.

domingo, octubre 16, 2005

Universitarios.Cara y cruz

1. El otro día estaba reunido en casa con un grupo de universitarios veinteañeros de diferentes ingenierías. Era viernes por la tarde y preparaban el plan para esa noche y para el fin de semana. ¿Botellón en la cochera de Fulanito? No, eso ya lo hicimos la semana pasada. Y la anterior. Y la anterior. ¿Feria en la Ciudad Funeraria? Buf, ¡qué pereza! El sábado pasado ni siquiera pudimos aparcar el coche: el recinto ferial y aledaños estaba petado. Tuvimos que dejar el coche en el otro extremo de la ciudad. Si acaso, mañana; yo hoy estoy destrozado. Solo tengo ganas de llegar a casa, ducharme y acostarme. Este era más o menos el discurso –con algunas traducciones mías porque no logro recordar los términos exactos de ese enigma que usan por lenguaje- cuando uno de ellos recibió un mensaje de texto de un amigo universitario que preguntaba si ya tenían planes. El joven presente se apresuró a mostrarme el SMS, y me quedé atascado en la primera palabra: no sabía ni pronunciarla: “Holle” Cuando me explicó lo que significaba, abandoné el salón y fui a encerrarme detrás de unas cajas, en una habitación oscura que guarda los restos de la última mudanza. ¡¡¡¡¡Oye!!!!!
Con “holle” lo que quería decir era simplemente oye. Me he pasado todo el fin de semana detrás de una caja de cartón intentando recuperar la confianza en la vida y en el género humano. Hasta que por fin María de Rumaniadébordée de travail; desde aquí te envío mille tendresses et bon courage- me rescató de mi exilio invitándome a cenar con ella y su familia en el Palacio de Invierno de la Cité Funéraire. Y volví a reconciliarme con el mundo gracias a ella. (Antes de que acabe la feria les contaré la pasión gavilánica y, sobre todo, por la bota blanca que observamos allí. Era algo realmente nauseabundo. Llegamos a la conclusión de que la bota blanca no se hace, se nace).
Pero centrándonos de nuevo: ¿no creen Vds. que entre “holle” y la vuelta a la caverna no media más que un paso? Les ahorro los detalles de otras perlas ortográficas de este joven universitario; podría sufrir un colapso. 2. A clase de lingüística ha venido un japonés de unos 30 años que adora la guitarra española. Como percibió que el resto de sus compañeros se conocían, pidió permiso al profesor para presentarse delante de todos. “Me llamo Isachi, como Isabel. Vengo de una ciudad del sur de Japón. Allí he estudiado medicina, pero he venido a España para estudiar filología hispánica. Podéis preguntarme sobre medicina, musculación y dietética. A cambio a mí me gustaría aprender catalán o vasco. ¿Hay algún vasco en la clase? ¿Hay algún catalán? …” Supongo que estos dos ejemplos, a los que podría añadir muchos más casos particulares que conozco, ilustran perfectamente que cualquier detalle de la vida tiene su cara y su cruz, y que el relativismo (y, sobre todo, los Grandes Amigos como María) te puede ayudar a sobrevivir en un momento dado. De lo contrario, yo estaría ahora mismo dejando para la posteridad una bonita camisa de serpiente detrás de una caja de cartón.

lunes, octubre 10, 2005

Torrente

Se ha estrenado Torrente III. ¿Alguien no se ha enterado? No lo creo; yo también me he enterado, pero desde aquí declaro que NO viviré la experiencia de ver esa película ni aunque me amenazaran con un hierro candente. Ya estoy suficientemente marcado por haber caído en la trampa de ir a ver la primera parte, cuando era Torrente a secas, y por nada del mundo desearía tener que invertir unos cuantos meses en recuperar la estima por la vida que nos ha tocado vivir. Torrente, el brazo tonto de la ley se estrenó en 1999 y fui a verla el día del estreno: Santiago Segura había logrado durante las semanas precedentes que me interesara por una película que recuperaba a Tony Leblanc, y en la que también intervenía la hoy casi retirada Chus Lampreave. Fui solo y a los 10 minutos de película tuve la primera arcada, y no es una forma de hablar. Podría haber vomitado perfectamente encima de mi vecino de asiento y haber logrado allí mismo una agresión moral, cuando no directamente física. Francamente, una película que me provoca arcadas no entra dentro de mis preferencias, sino que encabeza la lista de Películas que Desaconsejo Vivamente. En la siguiente escena en la que realmente podría haber arrojado hasta la primera papilla, decidí no poner mi vida en riesgo y aproveché para consultar el reloj: todavía quedaban 45 minutos de bodrio insufrible, que, por otro lado, al parecer hacía las delicias de una sala llena. Lo único que salvo de la película fue la sorpresa de descubrir que uno de los camilleros era Carlos Berlanga: total, 30 segundos escasos de metraje. Como cualquiera puede comprender no es un argumento suficiente. Así que perínclito Santiago Segura, puedes vivir tranquilo de que NO veré tu película ni aunque me pagaras por ello. Es la misma política que ya he practicado con Torrente II y con montones de películas que me parecen basura reciclada sobre celuloide. En esta ocasión, Santiago Segura decidió convocar a la prensa antes del estreno sin mostrarles la película, una medida que justificó como una forma de evitar la piratería, su gran obsesión, pero que irritó a los periodistas. Las críticas más suaves que he leído después califican el film como subproducto, algo que todos sabemos. Dicho esto, la película ha roto la taquilla, y desde luego va a contribuir a alterar considerablemente la raquítica cuota de pantalla del cine español. A ver, cada uno puede ver la película que le apetezca, faltaría más, pero se me abren las carnes –y me deja la preciada piel de serpiente hecha unos zorros- solo con pensar que productos infames como este –según los críticos que la han visto, que afortunadamente, repito, no es ni será mi caso- son los que triunfan. Esta película es española, sí, pero, como la mayoría de norteamericanas, fagocita a otras 30 películas de nacionalidades diferentes que son realmente interesantes y pasan por la cartelera sin pena ni gloria. Ayer vi Otros días vendrán, de Eduard Cortés, y me daría pena que no tuviera una cierta repercusión. Me pareció interesante, aunque no sea redonda. Y tengo pendiente El método, de Marcelo Piñeyro, un director que nunca me defrauda. Y Holy Lola… En realidad, debería haber hablado de estas películas, en lugar de hacerle (más) publicidad a Santi, que es lo que estoy haciendo. Pero es que me venía bien para escribir una entrada con la T. En realidad, estoy glosando una experiencia personal directamente ligada al clásico de la Sabia y Querida María de Rumania Tiene un trauma con T de Telva.
O podría haberme quedado simplemente con la definición de la RAE, a saber, TORRENTE (Del lat. torrens, -entis): 1. m. Corriente o avenida impetuosa de aguas que sobreviene en tiempos de muchas lluvias o de rápidos deshielos. 2. m. Curso de la sangre en el aparato circulatorio. 3. m. Abundancia o muchedumbre de personas que afluyen a un lugar o coinciden en una misma apreciación, o de cosas que concurren a un mismo tiempo. ~ de voz. 1. m. Gran cantidad de voz fuerte y sonora, algo que me vendría muy bien para Triunfar Al Fin.