- Chica, ¿y ese anillazo?
- ¿Te gusta? Es mi tía Práxedes. Murió hace un mes.
- (...)
- Sí, como te lo estoy diciendo. Te lo hacen en la funeraria. Para mausoleo, como ella quería, no dejó dinero suficiente. Morirse es carísimo, ya lo sabes; no todo el mundo puede permitírselo. Y un nicho nos parecía algo demasiado impersonal, como de fábrica en serie. Horrible. Así que bueno, tampoco la íbamos a tirarla al cubo de los restos orgánicos. Hemos recurrido a lo más práctico, que era incinerarla, y de paso, por un poco más, nos han ofrecido devolvérnosla en este pedrusco. Es un diamante de un quilate, que se dice pronto. Si hubiera sido un poco más gruesa, habría dado también para un colgante a juego.
- Pero ¿quién os ha ofrecido eso? No entiendo ni una palabra.
- Pues la funeraria; Emucesa, si quieres más detalles. Y en concreto una chica con mechas que no dejó de masticar chicle en todo el tiempo que estuvo hablando con nosotros. Pero las mechas no tienen nada que ver, ¿eh?
Bien, al parecer las empresas de servicios funerarios de mi ciudad no quieren quedarse atrás en lo que se refiere a estar al Último Grito en Innovación. Lo desconozco todo sobre los entresijos de las empresas que cubren el arco de Servicios-que-empiezan-aquí-y-terminan-en-el-Más-Allá, pero me hago una idea por tres razones:
1. Vivo justo enfrente de Funerarias S.A, y sé que esa gente no se conmueve ante un difunto, a menos que estemos hablando de Cifras Respetables. Además, lo tienen todo recubierto de mármol de Macael; sospecho que solo les falta las fundas dentales;
2. Soy un fan de la serie A dos metros bajo tierra (Six feet under); y, sobre todo,
3. He leído Los Seres Queridos (The loved one) del gran Evelyn Waugh.
Por ello me reafirmo en mi sospecha de siempre: morirse es un lujazo que no está al alcance de todo el mundo. Y aquí es donde, en mi opinión, cobra sentido esta novedosa aportación –al menos para Granada- de la empresa municipal de cementerios y servicios funerarios: si te reconviertes en diamante, te puedes pagar tu propio tránsito. No está mal, ¿no les parece?
El diamante debe de costar caro porque será único, claro: tía Práxedes no hay más que una.
Y luego están los sentimientos, que también cuentan. En el prospecto explicativo aclaran, textualmente, que se trata de una forma de “materializar el recuerdo de los allegados y llevarlos para siempre consigo, engastados en una anillo o en un colgante”. De este modo, se podrá permanecer unido al ser querido “sin límite de tiempo ni lugar”. Ante esta afirmación no sé qué aducir.
Aprovecho la ocasión para darles una alegría a los partidarios de la cirugía plástica –partidarios que deberían cambiar de opinión ipso facto solo con ver una foto reciente de Burt Reynols-. Pero bueno, como hay personas que necesitan algo más que pruebas, Emucesa sigue apostando por la cirugía, vivo o muerto. Y ha habilitado un interesante taller de tanatopraxia, cirugía estética de recomposición de cadáveres para “poner más bello al muerto”. Si el sueño de tu vida era ponerte la nariz de Nati Abascal –la operada, claro, no la que sacaba en Bananas, de Woody Allen- y no te dio tiempo, ahora con Emucesa puedes hacerlo realidad en tu Viaje-sin-fin. Emucesa puede ponerte la nariz de Nati. O 20 narices más si lo dejas bien claro en tus Últimas Voluntades. Emucesa es así: toda innovación tiene un sitio en esta empresa.
Y me imagino que recibirán toda idea o sugerencia con los brazos abiertos.