jueves, junio 04, 2009
Esto también se pasará
Nunca me había visto en un estado de miseria tan poliédrico. A la ruina económica –de la que hablo con la boca pequeña y cruzando los dedos para quedarme tal como estoy y no ir a más, es decir, a mil veces peor, se suma una ruina moral, un desencanto casi general, el convencimiento profundo, al que no miro de frente, de que no saldré de este pozo negro, de que terminaré haciendo uno de esos trabajos matadores sin cualificar para convertirme en un señor gordo embrutecido que pasa los veranos en el mismo sitio donde transcurre su invierno. Eso sí, alguien que escribe con buena letra y sin faltas de ortografía.
Sigo intentando defender mi dignidad, sigo intentando sacar cuello, pero cada vez es más difícil. Voy perdiendo la capacidad de concentración; no tengo un objetivo claro que desee alcanzar con todas mis fuerzas y, en realidad, lo único que deseo es pasar desapercibido, no molestar en mi entorno, pasar de puntillas, no hacer ruido. Meto la cabeza bajo el ala, como el avestruz. Consumo cultura de manera casi individual, en la soledad, en una mecedora que chirría, con mis músicas muy bajitas, ambientado con un cono de incienso, a veces con un vermouth, observando ordinarieces varias desde la ventana –bajo mi ventana, colocan varias terrazas con sillas y mesas de plástico; mucha gente acude abducida por el intenso olor de la fritanga; para redondear el cuadro, colocan en la mesa un teléfono móvil con una música ratonera por la que deberían quemar vivos a todos cuantos participan en su difusión-… Intento compensar el desánimo con bonitas canciones, con nuevas o viejas lecturas, con películas que descubro o que recupero. Intento imaginar que esto también se va a pasar. Por eso me gusta escuchar a las personas mayores lúcidas y críticas, que están de vuelta de todo, que las han pasado canutas y ahí están, con un mirada sabia sobre la vida y sobre este periodo de franca decadencia que atravesamos. Esto también se pasará.
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1 comentario:
Vaya... Hacía tiempo que no me pasaba por aquí a leerle y siento ese tono de abatimiento, por otro lado tan comprensible. Afortunadamente, cualquier malestar es transitorio. Así podemos dejarnos llevar por el dolor, sumergirnos en él para conocerlo primero, sobreponernos después y acabar por vencerlo. Y así hasta que ocurra lo inevitable: que nos vuelva a invadir.
Bon courage! (malgré tout).
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