miércoles, diciembre 21, 2005

La Jurado, como una ola

Rocío Jurado también pertenece a mi iconostasio, junto a gente tan variada como Concha Velasco, Jane Birkin, Jeremy Irons, Pepa Flores, Emilio Lledó o Sharon Stone, por citar solo a algunos que visiblemente poco tienen que ver entre sí. Probablemente no la aguantaría 24 horas seguidas, pero estoy contento de que esté VIVA. Rocío Jurado está VIVA, más guapa y mejor vestida que nunca, tan divina y tan gay como siempre, y a la vez humilde, enigmática, cariñosa, entregada a su público, menos ñoña que antaño, y con la voz descansada y colocada en su sitio. Es un torrente, una luchadora, y por encima de todo una gran artista, y lo demostró en la gala que TVE emitió anoche, su vuelta por todo lo alto tras casi dos años sin subir a un escenario. Anoche hizo un recorrido por lo más variado de su repertorio, desde Como las alas al viento, pasando por Mi amigo, Señora, Como yo te amo, Se nos rompió el amor, Un clavel y muchos otros hitos. Al parecer la audiencia solo fue de 3’5 millones de personas, pero el espectáculo que ofreció bien habría valido una concurrencia mucho mayor. Físicamente, Rocío Jurado ha menguado. Está muy delgada –lo que no es ningún delito, ni mucho menos-, y la antigua delantera de España, comparable a la de Samantha Fox, por ejemplo, ahora no es ni su sombra. Claro, ha tenido que renovar el fondo de armario de arriba abajo, y ha salido ganando. Lució impecablemente vestida por Hanibal Laguna, en todo su esplendor, moviendo las manos –la parte que prefiere de su cuerpo- con elegancia, sonriendo, pasando de la ternura a la ira en segundos, con brillo en una mirada profunda y fulminante. Hubo muchos momentos emotivos. Seguramente arriba del todo estuvo el reencuentro con Raphael –otro que, afortunadamente, también está vivo-, con quien se produjo la chispa, el desafío, la vieja complicidad de compañeros de noches de gin tonics y farra. La gala cubrió varios frentes. Dejó vía libre, claro, a una emotividad que era imposible reprimir, pero también quiso acercar el repertorio de Rocío a gente joven y que sigue a David Bisbal, Chayanne, Rocío Mohedano -Ese hombre-, Malú -Se nos rompió el amor-, Paulina Rubio o Mónica Naranjo. También cantó dúos con Lolita y con Falete, y, además, bailó con Antonio Canales. Precisamente la aparición de Antonio Canales resultó la gran mamarrachada de la gala. El público –y, sobre todo, yo- no se merecía ni esas mechas, ni esa especie de kaftán a juego con un mantón de Manila, si por supuesto esos botines de terciopelo rojo sucios. No basta con bailar bien, Antonio. Otra crítica que le hago a la gala es la moda absurda de transcribir en la franja inferior de la pantalla de televisión los más locos mensajes remitidos por el móvil de Adela, José Mari o Isabel de Murcia. Con esa franja de tan mal gusto no hay realizador que pueda salir airoso. Pero ya lo último es que la gente no se corte ni un pelo para enviar sms con faltas de ortografía y los de la tele lo transcriban tal cual. Alguien debería estar dedicado a corregirlas antes de acentuar la deriva a la que nos abocamos. No es de recibo leer “Felices Nabidades” o “Heres la más”. Pero quizá lo más divertido de la gala llegó cuando apareció Paulina Rubio y su (ausencia de) voz. No sé a quién se le ocurrió que Rocío y ella tenían que hacer el dúo de Lo siento, mi amor. Ha sido el momento más gay que he visto en la TV en mucho tiempo, mucho más que la boda de Elton John. Lo que veíamos en la pantalla era lo siguiente: dos lesbianas de muy diferente edad -y calaña- tirándose los trastos a la cabeza, a voz en grito. “Lo siento mi amor, pero ya me cansé de fingir y pretendo acabar de una vez para siempre esta farsa. (…) Haceeeeeeeeee tieeeeeeeeeeeeeeempo que no siento nadaaaaaaaaaaaaaaaaaaa al hacerlo contigooooooooooooo. Que mi cuerpo no tiembla de ganas al verte encendido. Y tu cara, y tu pecho, y tus manos parecen escarcha, y tus besos que ayer me excitaban no me dicen nada”. Dos lobas en medio de una tasca madrileña o mexicana, a las que les importa todo un coño, y en la que sale perdiendo Pau, la pobre, con esos restos del naufragio de una voz cazallera.
En fin, Rocío, querida, eres una estrella nacional en toda regla. Adelante. Esperemos poder recuperar pronto a la otra Rocío: Rocío Dúrcal.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo he sido muy muy de Rocío hasta que no pude más de ella y sus amaneramientos. Ojalá sea cierto que le ha sentado bien el paréntesis, aunque la verdad, casi prefiero quedarme con la duda.

Por cierto, y sin querer buscar parecidos forzados, Miss Streisand también anda necesitada de un parón-catarsis para reencontrarse: esta gritona de ahora no es la cantante que amamos.

Manuel dijo...

¿Paulina Rubio?!!! Una vergüenza que supongo se justifica por su evidente guiño kitsch, pero La Jurado a duo con ese despojo es como que mucho.