Ya me lo habían advertido, pero ahora he tenido ocasión de comprobarlo en carne propia. Y además por segunda vez: los móviles tienen una duración estricta de 365 días. A los 365 días -ni medio más- se acochinan en tablas y tienes que comprarte otro. Bueno, también puedes aprovechar para entregarlo definitivamente y que lo reciclen, y olvidarte para siempre de renovarlo, como dicen en la publicidad y en las tiendas infernales de telefonía. Pero comprendo que es bastante difícil una vez que has caído en las redes del móvil y has dado tu número aquí y allá. No obstante, todavía no he perdido la esperanza de lograr un día desembarazarme de él.
Las tiendas de telefonía me horrorizan, me espantan con sus colores chillones y una publicidad burda, sin el menor signo de elegancia. Además, no entiendo lo que me cuentan los vendedores, la retahíla envolvente de condiciones para pagar una miseria por hablar tres horas con Azerbaiján, eso sí, en horarios establecidos:
- De dos a cinco de la madrugada, hora de España.
- Es que, de mis conocidos, ninguno trabaja en plantas petrolíferas, ni en Azerbaiján ni en ningún otro sitio punto del planeta. Yo solo quería un móvil barato y sencillo de manejar.
- (...)
- No: ni vídeo, ni cámara, ni diseños especialmente ergonómicos, ni GPS.
- Pero (...)
- No, tampoco; en absoluto. Lo más sencillo. Y, si puede ser, que me dure más de un año.
- Me temo que eso es difícil.
Total, que he pagado 8 euros por un modelo absurdo del que todavía tengo que aprender el funcionamiento, y tengo un año para ello. Para empezar, la clavija del cargador tiene que hacer click para que funcione. "Una cuestión de click", me ha dicho el vendedor cuando he vuelto esta mañana a terreno enemigo para darle la queja porque la pantalla de mi móvil decía taxativamente: "Imposible (de) recargar". "Se me olvidó decírselo ayer, con el jaleo". Pues vaya, qué bien.
El jaleo al que se refiere consistía básicamente en lo siguiente. Vendedor y ayudante, es decir, padre e hijo, ambos encantadores, atendían a dos clientes, a saber, un policía municipal en acto de servicio y un agricultor campechano con un serio dilema, al margen de su tractor: "¿Me llevo un móvil nuevo por 16 euros o cambio por 20 la batería de mi Noika de toda la vida, que no me ha dado nunca problemas?" El joven vendedor le explicaba por activa y por pasiva refleja todas las ventajas y (ninguna de las) desventajas de todos los modelos por los que el cliente había mostrado el menor signo de interés. Como ambos hablaban para toda la concurrencia, a mí no me quedaba más remedio que seguir el curso de sus reflexiones:
- Agricultor (al joven vendedor, pero también al resto del público): ¡Qué alegría entender!
- Policía: Estamos en un siglo en el que hay que saber de todo.
- Vendedor mayor: Digo
- Agricultor: De todas formas, como lo antiguo no hay nada.
- Policía: Pero llévese el nuevo y así estrena.
Ahora resulta que un móvil se puede catalogar dentro de "Lo Antiguo", y que podemos vivir casi tantos siglos como nos dé la gana. ¡Por Dios, qué pereza!
Cuando el señor agricultor se decidió por su nuevo móvil -menos solera que su viejo Noika- yo me equivoqué de parte a parte al creer que me atenderían a mí. Se trataba de un cliente satisfecho de su condición de cliente y estaba dispuesto a ejercerla de la A a la Z. Ahora le pedía al joven vendedor que le configurara algunas funciones.
- ¿Pero qué timbre le pongo?
- A mí me lo tienes que poner al máximo volumen porque si no, no me entero cuando estoy en lo alto del tractor.
Y a todo volumen tuvimos que tragarnos la prácticamente infinita variedad de timbres que el señor agricultor iba descartando, intercalando alguna que otra reflexión:
- Este parece redoble de muerto.
- Este parece un gato en celo.
- Este chirría como unos cojinetes...
De vez en cuando, el joven vendedor me hacía alguna pregunta, pero yo no podía responderle porque enseguida venía otro timbrazo del agricultor-del-móvil-nuevo.
- Este no me gusta...
Hasta que por fin uno de ellos sí le gustó. Pagó y se fue.
Cinco minutos más tarde también yo salía con un móvil nuevo.
jueves, junio 08, 2006
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario