sábado, mayo 27, 2006

Citas de la semana

Cuando decido descender al mundo real y relacionarme con los que dicen ser mis semejantes, casi siempre me toca regresar a mi refugio con los ojos como platos y, probablemente, con alguna cana más. No sé si me compensa.
1. Me dice una amiga, que lo sabe todo sobre las leyes y que, de hecho, se gana la vida con ellas en la mano, que sus clientes ya no se andan por las ramas y llaman al pan, pan y al vino, vino. Lo primero que se les viene a la tela del juicio, lo sueltan sin ambages y se quedan tan panchos. Así, por ejemplo, en cualquier momento de la fase de instrucción un cliente puede expresar un pensamiento, mitad deseo, mitad la-solución-que-no-llega: "Es que, claro, si mis suegros se murieran, todo sería mucho más fácil y no estaríamos aquí sentados".
2. Tomo ese medio infernal llamado autobús urbano: hace calor, tengo que atravesar la ciudad y no me apetece llegar a la magnífica terraza en la que voy a tomar unos vinos con dos cercos de sudor que se van a cargar mi ducha y mi camisa. Los viajeros son inenarrables. Yo llevo un libro y abro la ventana de par en par. Detrás de mí se sientan una madre con mallas de ciclista color berenjena y su hijita de 8 años con el pelo recogido en una cola y con un minishort vaquero demasiado mini. Llevan una bolsa de chucherías que apestan a queso y a productos químicos. La niña grita como si le acabaran de arrancar de cuajo la cola: "¿Me quieres escuchar?" Me pierdo algunas frases y luego capto una réplica maternal: "Eso no me gusta... Paula no tiene por qué obligarte a elegir. Ya sabes que es muy posesiva... Eso es una neura que le ha dado. La próxima vez le puedes decir: No sé por qué ahora quieres jugar conmigo si luego te vas con Natalia". Delante una jovenzuela mastica chicle y habla por teléfono prácticamente como si estuviera sobreactuando para una felación.
Decido bajarme del autobús y derretirme por la calle si es preciso.
3. En la biblioteca más bonita de la ciudad, en unas frescas escaleras renacentistas, una chica de aspecto alternativo intenta encontrar la postura más cómoda para una rápida aproximación tijeril con una amiga: tiene una pierna enlazada a la cintura de su víctima, y la otra en el hombro. O algo parecido. Yo paso junto a ellas y me quedo con esta frase: "¿Sientes que te absorbo de alguna manera?".
4. Por último, una autocita. Paso la velada de ayer en una fiesta de cumpleaños, en el patio de la casa de la cumplidora. La música -bastante anodina- no está alta en absoluto, pero indudablemente se tiene que notar. Alguien plantea si estaremos molestando a los vecinos. Yo respondo: "No creo. Si a la gente no le molesta cómo van vestidos los demás por la calle, no creo que les moleste tampoco esta musiquilla".

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