lunes, enero 15, 2007

Delon

Me gusta mucho Alain Delon: me gusta verlo en fotos antiguas. Y en El silencio de un hombre, una película que me encanta. Me gusta escuchar Paroles, paroles, el dúo de 1973 que hicieron Dalida y él: me pone contento y me la sé de memoria. Me trae buenos recuerdos. Ahora estoy escuchando el nuevo disco de Françoise Hardy, en el que canta con gente muy conocida alguna de sus canciones preferidas. La que más me gusta a mí es la que canta con Delon, Modern Style, aunque hay que decir que la voz de Delon suena ... de otra manera. Así que me he dado un paseo por internet para contarles lo que sigue sobre él:
A principios de los 70, Alain Delon pasó TVE para ser entrevistado en Directísimo por José María Íñigo. En 2004, Íñigo publicó un recopilatorio de anécdotas titulado Ahora hablo yo, y ahí cuenta que, de todos los entrevistados que han pasado por sus programas, de quien guarda el recuerdo más desagradable es de Alain Delon, alguien frío, distante, técnicamente correcto con él –solo respondió a las preguntas de Íñigo; se negó a que el resto de periodistas que acudieron al programa le interrogaran-; altivo. O por decirlo sin eufemismos: un chulo. Pero al menos, en aquella época estaba todavía en la cresta de la ola, de su belleza y de su carrera como actor. Posteriormente, ha mantenido su reputación de alguien desagradable con un discurso ideológico que lo convertiría en un peligro –nada que ver con su papel en El eclipse, de Antonioni-, si alguna vez lograra una mínima cuota de poder, y que tuvo sus escarceos en negocios no muy nobles y nunca del todo aclarados allá por 1968.
Hoy, con 70 años, el declive se ha cebado con su carrera; y de su antigua belleza, queda una pálida sombra –pálida sombra, no obstante, por la que me imagino que firmaría ahora mismo Burt Reynolds, tras su tête-à-tête con la ciru.
Pero además de esta Cara B, la Cara A presenta a un mito erótico de los 60 y 70 con el que podemos repasar algunos importantes títulos del cine francés. Porque Delon se ha rodeado de gente realmente importante en sus películas.
Su paso por el Festival de Cannes de 1957 fue decisivo porque de ahí le salieron dos contratos. Y en 1958, ya es protagonista junto a Romy Schneider de Amoríos (“Christine”). Con ella repetiría en A pleno sol (1959), un clásico del cine negro, adaptación de la novela de P. Highsmith, y en La piscina (1968), que supuso el debut de Jane Birkin.
En 1960, Visconti, que tan ligado estaría luego a Romy Schneider, contrata a Delon para protagonizar Rocco y sus hermanos, film adscrito al neorrealismo y punto de inflexión en la carrera de Visconti. Tres años más tarde repiten en la adaptación de la crónica de la historia italiana escrita por el barón de Lampedusa y que ganó la Palma de Oro en Cannes. En El gatopardo aparece Serge Reggiani, igualmente conocido por su faceta como cantante. (Su película más conocida, coprotagonizada por Simone Signoret, fue París, bajos fondos. Murió en 2004). Delon también será el espadachín de El tulipán negro, rodada en España, y participa el drama bélico sobre la invasión de París por los nazis ¿Arde París?, junto a un reparto estelar: Belmondo –a quien encontrará de nuevo en Borsalino (1969) y en Uno de dos (1998)-, Kirk Douglas, Leslie Caron, Michel Piccoli o Charles Boyer.
Y con algunos otros títulos en medio, llegamos a 1967 y a Le samuraï, de Jean-Pierre Melville. El título en español, El silencio de un hombre, está sacado de una cita que leemos al principio de la película y recoge perfectamente su espíritu. Jeff Costello, vestido con gabardina y sombrero, es un asesino profesional. Y además es un hombre silencioso y solo, desprovisto de cualquier emoción, excepto de una profunda mirada. Engañado por sus socios, este héroe tendrá que defenderse de dos fuegos, la policía y sus cómplices. Y en esta doble persecución por las calles y el metro de París, con un tratamiento que nada tiene que ver con el de Hollywood, Melville presenta a un hombre profundamente solo y acorralado, que es mucho más que un simple matón.
Delon se rodeó de otros dos grandes de cine francés en El clan de los irlandeses: Lino Ventura y Jean Gabin, con quien repitió en 1973 en Dos hombres en la ciudad.
Secundó a la gran Simone Signoret, con la que alcanzó una relación casi filial, en La viuda Coudert”; a Trintignant en Flic Story; a Brigitte Bardot en una adaptación de cuentos de Poe dirigida por Louis Malle, a Catherine Deneuve en Un flic...
Como se ve, Alain Delon ha trabajado con los mejores actores franceses y algunos internacionales: Paco Rabal, Ingrid Bergman, Shirley McLaine, etc, y, sin duda, es una pieza clave para repasar toda la historia del cine francés jugando a "Los seis grados de separación”. En su haber tiene el César al mejor actor que ganó en 1985 por Notre histoire, de Bertrand Blier, quien contó de nuevo con él en Los actores (2000), una reflexión sobre el mundo de la interpretación y última prestación reseñable del actor hasta la fecha.

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