martes, abril 25, 2006

Charada

Hay días en que quizá uno haría bien con no salir de la cama. Hoy es uno de ellos. Suena el despertador, lo apagas y te das media vuelta. Cuando te despiertas de nuevo, con buen apetito, entonces te levantas por fin. Pones música: Hoy puede ser un gran día, de Joan Manuel Serrat. Aunque no creas mucho en ello, te anima. Haces el café y pones una tostada. Aceite, tomate y un diente de ajo. Y luego suena ese disco de versiones: Paroles, paroles por Alain Delon y Dalida y por Mina y Alberto Luppo. Y Fais-moi une place, por Julien Clerc y por Françoise Hardy. Y El que no llora no ama, por Simone y por Manzanita. Y Octobre por Francis Cabrel y por Luz Casal… Sin prisas. Tomas una ducha. Abres la puerta, después de comprobar que no hay nadie a la vista, y recoges por fin el periódico. Haces la cama, cierras la ventana y te vuelves a acostar. Pero para leer. El sol llega a los pies de tu cama. Hoy no vas a salir de casa en todo el día. Hoy revisarás la traducción de los poemas de Dorothy Parker. En la cama. Y no responderás al teléfono. Echarás un vistazo al periódico. Un artículo de Gil Calvo sobre el gran problema de nuestro país: la burbuja y la especulación inmobiliarias. Bin Laden dando la lata sobre las caricaturas y la necesidad de una cruzada a la inversa. Chico, me produce bostezos. El príncipe Guillermo de Windsor, que vendería su reino por una cabellera como dios manda. Florinda Chico, que cumple 80 años, pero probablemente supere los 100 kilos. Una publicidad de Viajes Crisol, con una tal Lola Muñoz dando la cara, sin pudor: es como para que te entren ganas de no bajarte de la bici en lo que te queda de vida. Y eso que en publicidad estamos bastante bien colocados. Los cursos de verano de varias universidades. Carmen Thyssen versus Gallardón: no me toques el paseo del Prado. El Psoe celebra sus dos años de gobierno y para ello Magdalena Álvarez, la ministra que se ocupa de acabar con la ortofonía en los mercados de abastos, se embute unos pantalones vaqueros que a una postadolescente adicta al McPollo le deben de quedar divinos. No me extraña que Carmen Calvo no se haya arrimado a ella. Encontramos un reportaje sobre la inmigración sahariana en Canarias. El mapa que aparece me viene fenomenal para aprender las fronteras de toda la región. Julián Álvarez, del PA, dice que a Andalucía “nación” le interesa. Pues mira qué bien. El Casino de Marbella, con la que tiene encima, sigue apostando por el marisco gallego, al que le dedica toda una semana, del 25 de abril al 1 de mayo. Como estamos a lunes, las páginas dedicadas a los deportes suman exactamente 20. El sábado 29 hay partido de balonmano, recopa, vuelta de la final entre el Chekhov de Rusia y el Valladolid. En TV, en Versión española, pasan Calle Mayor. Desde ya decides que no la verás otra vez. Es una pena que Juan Antonio Bardem no pudiera llevar a cabo su proyecto de Regreso a la calle Mayor, pero tu cuota de solidaridad hoy está ya agotada. Antes de empezar prácticamente el día. Pero lo que sí vas a ver es Charada. Con Charada no te planteas ni intentar vencer la tentación. Stanley Donen, Audrey Hepburn y Cary Grant: es la gente con la que te gustaría cruzarte en la calle. En lugar de estar obligado a perseguir a un inquieto funcionario durante dos días para que te explique qué significa la carta que has recibido en la que te reclaman una serie de documentos que ya obran en poder de la administración desde hace tiempo. Pero el señor, después de volver de desayunar y de haberte obligado a esperarlo durante otra media hora, te atiende en la puerta del despacho porque tiene mucha prisa: “Operan a mi madre dentro de media hora” - Espero entonces que le haya sentado bien el desayuno. Podría haber desayunado en compañía de su madre. Se podía haber pedido el día libre. En fin, caballero, su vida no me interesa en absoluto: no le pagan para que me la cuente, sino para que me aclare qué significa esta carta. En la cama se está bien y no hay que cruzarse con semejantes ratas. Tampoco te tienes que topar con esos parientes que en las fotos, calladitos, pueden resultar incluso agradables. Pero al natural y según qué días, distan mucho inspirarte algo parecido a sentir ganas de tomar un café con ellos. Antes preferirías pasar un fin de semana con un ayatolah. Bueno, por el momento sigues con Dorothy. La verdad es que la traducción suena a todo menos a poesía: a requerimiento del juzgado, a carta del banco, a receta de cocina, a redacción de niño en la edad del pavo… Pones la radio y solo te entran ganas de quemar todas las cadenas, y particularmente Canal Sur, amenazando al personal con no dejarlos salir si no prometen dedicarse a otra cosa: herreros, cultivadores de tabaco o presidentes de una hermandad. ¿Quién ha diseñado a esa gente? ¿Por qué hablan así? ¿No saben que si no tienen nada que decir no hay ninguna razón para que hablen? Y así va pasando el día. Llaman por teléfono, pero no reconoces el número y no lo coges. Llama una parte de la familia, pero en realidad no tienes un mundo interior tan rico como para volver a mantener una conversación que no te haya dado tiempo a ensayar, solo 24 horas después de la anterior. Comes, los restos de un arroz de verduras que te curraste ayer. ¡Humm, qué bueno! Casi está más bueno que ayer: alcachofas, zanahorias, espárragos, judías verdes y gambas. Bueno, mientras comes es agradable escuchar un buen programa de RNE, la recreación de una entrevista a Miguel de Cervantes. ¡Qué voz tiene Alejandro Alcalde! Sigues traduciendo. Ves pasar a gente por la plaza: qué gente tan horrenda. Es más saludable no mirar. ¡Qué bien que no tengas que salir! Tomas café y un chupito de amaretto. Escuchas un disco de bossa nova. Vences la tentación de llamar a ese chico que primero se acerca y luego se va sin que sepas realmente qué ha pasado. Pues nada, hombre, tienes vía libre. ¡Adelante! Pero no puedes evitar pensar en él. Ni sentir un ligero escalofrío cuando lo ves alejarse, sin que él te haya visto. “No hay memoria a la que el tiempo no acabe ni dolor que la muerte no consuma”. Lo dijo Cervantes, pero lo podría haber dicho Séneca. También dijo que no echaría ningún libro a la hoguera porque de todos se puede aprender algo. En eso no estoy de acuerdo; probablemente si Miguel viviera hoy, coetáneo de Lucía Etxebarría y de Paolo Coelho, no se atrevería a decir lo mismo. Es más: probablemente habría con gusto participado en otra cruzada contra esos impostores (y muchos otros, que son legión). Y así pasas el día. El teléfono vuelve a sonar. No me levantaría a cogerlo ni aunque fuera el Papa -sobre todo si fuera el Papa actual: es la primera vez que veo un teutón remilgado hasta el paroxismo. Pones la radio otra vez y sale un señor que te produce primero ganas de matarlo y luego ganas de llorar. Canta una canción titulada Opa, voy a hacer un corral. Cuando logras reaccionar, comprendes que estás frente a la decadencia real de la civilización occidental. Ben, no necesitas ninguna cruzada; nosotros nos hundimos solos. Comprendes que este verano no se oirá otra cosa. Lo cantarán tus sobrinos, hablarán de ello mientras compras el pan, irás a un bar y lo pondrán o harás un viaje y el conductor lo amenizará sin pudor con toooooooodo el disco. Pero por fin llegan Cary Grant y Audrey Hepburn. Quizá haya un giro, un choque de partículas lo suficientemente importante como para que este mundo descarrile por algún sitio, y surja gente como ellos y como Stanley Donen. ¿Qué habrías hecho hoy sin ellos? Sin el baile de la naranja, sin la ducha que toma Cary Grant vestido, sin esa elegancia mezclada con ironía e inocencia de Audrey Hepburn, sin esos diálogos, sin París, sin la música de Henry Mancini. Has hecho bien en quedarte en casa. Mañana será otro día, y entonces probablemente Serrat lleve razón.

1 comentario:

Manuel dijo...

Hombre, que te he envidiado tu día (salvo a Serrat).
Al menos tu tienes más que dos tres opciones. Bájele una rayita nomás.
Un abrazo