domingo, marzo 27, 2005

La espalda del Papa

Los planos del Papa de espaldas ofrecidos este fin de semana por la oficina de comunicación del Vaticano me han dejado estupefacto y me han electrizado el pelo -ya de por sí bastante eléctrico, porque todo el mundo sabe que mi cabellera está llamada a ser el futuro de la energía eléctrica de este país "que Vd. con su acostumbrada malignidad suele llamar Batuecas". Bueno, pues al ver que el Papa nos daba la espalda con esa desfachatez, prestándose a una planificación totalmente plagiaria del maestro Hitchcock, me he dicho que ya estaba bien de impunidad. Por lo menos en lo que a mí concierne, me siento en el deber moral de denunciarlo, siquiera desde estas páginas. Es imperativo que el Papa deje de acaparar los titulares. Al menos a costa de un plagio. Pues hasta ahí podíamos llegar. Y además estoy seguro de que el cameraman de guardia en estos días de pasión en los corrillos pontificios esperará parabienes de lo que él calificará probablemente de sutil homenaje al mago del suspense. Yo por lo menos no pienso pasarlo por alto: para mí es un plagio en toda regla y no estoy dispuesto a mirar a otro lado. ¡El Papa tiene que dimitir! Mejor hoy que mañana. La imagen de la madre de Norman Bates no puede ser tomada así como así, a la ligera. Es un icono del cine. ¡No, señor! Hay unas formas. Y que ahora venga un reporterucho gráfico con la venia del Vaticano y calque o intertextualice unos planos de Psycho, pues la verdad no puedo tolerarlo. Además, hasta donde yo sé, el Papa no es un actor. ¿O sí? No tiene la formación clásica de un Anthony Perkins, que yo sepa. Aquí la Unión de Actores también podría pronunciarse. ¿No recogen en sus estatutos alguna cláusula respecto al intrusismo? Pues aquí tienen un caso. Así que cada cual en su oficio. Zapatero a tus zapatos. O "Chacun son métier, et les vaches seront bien gardées". Como prefieran. Y luego que el agónico espectáculo que ofrece es grotesco: carece por completo de interés dramático. Lo único que consigue es que se le tome manía. ¡Qué afán de protagonismo, my good! ¡Qué soberbia! Lo decía hace mucho tiempo Anita Loos: "La naturaleza al final tiene que seguir su curso". Pero es obvio que alguien se empeña en lo contrario. Me gustaría a mí poder asomarme al ojo de una cerradura del Vaticano para contarles a todos Vds. las intrigas que se cuecen en el reino papal. No quisiera estar yo en esas salas llenas de arte expuesto a un estilete perdido. El gremio de los restaudores de arte tiene que estar frotándose las manos. Está claro que alguien tiene MUCHO interés en mantener este viacrucis papal a cualquier precio, incluido el del maltrato a un anciano senil que merecería que se le respetara. Probablemente las autoridades cardenalicias no se ponen de acuerdo en qué modelo llevar al funeral: ¿Alzacuellos rosa de Gaultier o azul eléctrico de YSL? O quizás no quedan réplicas de los anillos de Inocencio X para todos. Si de lo que se trata es de ahuyentar a los fieles de esa doctrina que ellos califican sin el menor pudor de cristiana, tengo que darles mi mayor enhorabuena, porque a fe que lo están logrando. Por favor, que lo dejen tranquilo y relean La conjura de los necios. El Papa es actualmente la viva imagen del personaje de la señorita Trixie, que a sus ochenta largos años soñaba con su pavo de Navidad y la jubilación, pero alguien, la Sra. Levy en este caso, se empeñaba en lo contrario solo para experimentar con ella ciertas aberraciones psicoanalíticas aprendidas en cursillos por correspondencia. El Papa tiene derecho a descansar y vivir dignamente el tiempo que le quede. Como cualquier ser humano. De paso aprovecho para pedir que en esa lucha de clanes que sin duda se está fraguando en este momento en las entrañas del Vaticano para ver quién ocupa el Sillón, por una vez tengan un poco de caridad cristiana y elijan al más progresista de los candidatos. El mundo ha cambiado. Afortunadamente. Y la gente no se chupa el dedo. Así que si quieren que sus prédicas tengan algún reflejo en la vida práctica, más les vale levantar los ojos de esas enaguas negras de charol, ultraceñidas, superajustadas con mucha pedrería, y comprender, si es que son capaces, la sabiduría que encierra la mirada de la gente. La nada praxiteliana curva ombliguista se tiene que acabar. El mundo YA es todo lo que acontece fuera. ¡Uf, cuánto contenido! Me siento como si hubiera mudado la piel cuatro veces. Me voy un rato a tomar el sol y a engullir un antílope para el menú de los próximos días. Vipère

1 comentario:

Madame X. dijo...

Marvelous. As usual...