En una campaña electoral vale todo, excepto la antiestética. Me duele la boca de decirlo: NO HAY ÉTICA SIN ESTÉTICA.
Salvar al Mundo a Través de la Degeneración. Esta era, en resumen, la propuesta política del gran Ignatius J. Reilly de La conjura de los necios, quien imaginaba además que "Los dirigentes del mundo enloquecidos por el poder se quedarían muy sorprendidos sin duda al descubrir que sus soldados y jefes militares no eran más que sodomitas disfrazados, deseosos de encontrarse con los ejércitos de sodomitas disfrazados de las otras naciones para fiestas y bailes, para aprender algunos pasos de danzas extranjeras". Nada que objetar.
Además, explicaba que su madre, la señora Reilly, era claramente apolítica, "solo votaba a candidatos que pareciesen buenos con sus madres. Había apoyado con toda firmeza a Franklin Roosevelt en cuatro ocasiones, no por el New Deal, sino porque la señora Roosevelt parecía bien tratada y respetada por su hijo".
No puedo estar más de acuerdo con este criterio de elección de las personas que van a representarnos durante cuatro años. En eso, la señora Reilly me parecía una sabia de la categoría de Esopo. (No puedo decir lo mismo de su querencia por la botella de vino al horno). Y es que yo no digo que no haya que tener en cuenta el programa político de un partido, pero también hay que considerar otras cuestiones. He oído por algún sitio que van a impedir que un partido de nombre muy parecido al grito griego eternamente ligado al principio de Arquímedes concurra en las próximas elecciones vascas porque sus candidatos van muy mal vestidos y con una pettinatura... tela marinera. Pues claro, me parece normal. Hombre, por favor: ¿cómo van a votarte llevando la cabeza casi rapada, pero teñida, por supuesto -en este asunto, qué quieren que les diga: ya he tirado la toalla, porque uno también se cansa- y con una trenza en plan Rapuncel (o Rappel, que viene a ser lo mismo), afortunadamente del mismo color y que te llega prácticamente hasta la cintura? Es que no es serio. Pues nada: erre que erre, que no están de acuerdo con la ilegalización, que no tienen espejos en casa, etceteraetceteraetcétera. Y en cambio, ves a María San Gil, monísima, moderna, delgada, que no parece ni siquiera del PP, que viste fenomenal, y claro, no hay color. Dan ganas de llevársela a casa. Yo no digo nada pero está claro quién va a ganar el próximo 17.
"Para la señora Reilly, Nixon y Kennedy habían significado Hannah y Rose. Los candidatos sin madre la desconcertaban, y cuando en la elección no había madre, se quedaba en casa". No me extraña lo más mínimo porque yo haría lo mismo: a mí la gente que al parecer está en permanente viacrucis para ver quién viste peor e inventa una nueva aberración capilar, y además se jacta de ello saliendo a la calle de esa guisa solo para cruzarse conmigo, pues la verdad, no me inspira la menor confianza. Y si hay que ilegalizar el principio de Arquímedes, se ilegaliza. Lo que no podemos hacer es, parafraseando a Chus Lampreave en Matador, convertir todo unas señoras elecciones en una pase de modelos de cirugía antiestética.
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