domingo, junio 26, 2005

Novocaína

- ¿Por qué no haces el favor una vez siquiera de dejar la dentadura postiza donde no sea lo primero que tenga que ver cada mañana al lavarme la cara? ¿Tanto trabajo te cuesta? ¿Es que no hablo un español que se entienda o te lo tengo que decir por señas? Tu prótesis dental no es lo más agradable de ver según me despierto. ¿Podrías hacer el favor de metértelo en la cabeza o es que el tinte te impide memorizar cualquier cosa? No tienes edad todavía de haber perdido ya la cabeza. - Mira, lávate la cara o lo que te tengas que lavar y déjate de monsergas. Por cierto, se me olvidó decirte anoche que llamó tu hermano. Tan loco de remate como siempre. ¡Qué familia! Yo no sé cómo lo aguanta esa mujer. Desde luego que se tiene ganado el cielo. Pero, vamos, un palco es lo que se tiene ganado esa mujer. ¿De dónde habrá salido? Me cuesta creer que todavía hoy día haya buenas personas. Solo con que demostraran que no se trata de una alucinación debería valer como prueba milagrosa de santidad. ¡Qué abnegación! Es que tiene que tener un fondo de masoquismo… - Bueno, ¿me vas a decir para qué llamó mi hermano o vas a seguir con el mismo rucurrucurrucu de todos los días? Es que si es así, me voy duchando mientras. - Un momento: espera a que coja mis dientes, que no consiento que me vean sin ellos. Mi madre, mientras que tuvo todo su conocimiento, ni una vez siquiera nos ofreció el espectáculo de verla con los labios metidos en las encías. ¡Eso está feísimo! - ¿Insinúas que mi madre sí lo ofreció? Además, el único que podría quejarse soy yo, y yo ya estoy curado de espantos: te tengo vistísima. Me voy a duchar. A ver si hoy sale el agua caliente. - Pues yo siempre me ducho con agua caliente. Debe de tenerte manía la ducha. De todas formas, no es cuestión de agua, caliente o fría. Los estragos de la naturaleza requieren soluciones más drásticas. - ¿Drásticas? ¿Dónde has aprendido esa palabra? ¿En la teletienda? Bueno, coge tus dientes y ve adelantando trabajo. Haz croché, croquetas o tíñete el pelo. Voy a ducharme. - ¡No tengo raíces! ¿Lo sabes? Y yo por lo menos tengo melena, pero tú tienes una pelusa y encima de todo también te lo tiñes. Si cuando bajes tienes el café frío, luego te lo calientas, imbécil. - Vaya, hoy has tardado 10 minutos en lanzar el primer insulto: todo un record. Si te esfuerzas, mañana eres capaz de superarte. ¿Queda pan de ayer? - No me acuerdo. Tú también tienes los ojos donde yo, ¿no? ¿Por qué lo voy a saber? Tu hermano dijo que quería venir a pasar unos días con la familia. - ¿Y cómo le ha dado por ahí? Espero que no tenga intención de quedarse aquí un mes, mientras su mujer hace otra cura de desintoxicación. - Veo que por fin has aprendido la lección, que tu hermano siempre dice que está en una cura de reposo. Ja, ja, cura de reposo. Pues pregúntale si va a venir. Y averíguatelas para disuadirlo, en caso de que pretenda semejante disparate. Por lo menos en eso estamos de acuerdo: aquí no hay sitio. Solo me faltaba tener que hacer de catadora real, como la última vez que estuvo en el hospital y pensaba que todo el mundo quería envenenarlo. Mira, llaman el teléfono. Responde. A estas horas solo puede ser él. (Al espejo) ¿No quieres caldo?, pues toma dos tazas. ¿Quién me mandaría a mí casarme con este fantoche? Es que me arrepiento más que de haber nacido. Y ya llevo casi 40 años. Si no fuera una locura, emigraría. A Nigeria mismo, si es preciso. ¿Cómo me sentaría a mí un chador bonito en el harén de un rico petrolero? Por lo menos estaría descuidada de la esclavitud de los tintes. Nigeria podría ser mi destino. Ay, necesito una pastilla para poder tirar. Pero, ¿qué haría este mamarracho sin mí? ¡¡¡¿Has visto mi novocaínaaa?!!!

miércoles, junio 22, 2005

Miradas 2

1.
miradas 2 es uno de mis programas favoritos de televisión. Es una apuesta innovadora que empezó el pasado otoño y que está funcionando. No tengo datos sobre su audiencia, pero está claro que tiene sobrados méritos para mantenerse. Los programadores tendrían que valorarlo porque ese programa de apenas 25 minutos abre una ventana diaria por la que se asoma un público que desea mirar hacia otros paisajes. Probablemente solo se trate de una inmensa minoría, pero también cuenta. A los que no lo conocen, además de recomendarlo, les diré que está concebido como un informativo cultural diario (La 2, 21h30) sin presentador. El tratamiento de la imagen se atreve a mostrar ángulos subjetivos; las piezas a veces se montan solo con las voces de los protagonistas, sin la incluir la voz del redactor, o con la ayuda de unos cuantos subtítulos; a veces, el redactor también satisface su cuota de vanidad y pone una nota supermoderna (rastas, cadenas, pantalones que arrastran, poliglotismo) en la imagen, junto a los protagonistas; las citas para grabar las entrevistas se desarrollan muchas veces en espacios (talleres, cafés, parques, palacetes) con una estética particular, en lugar de un despacho. En fin, todo ello dota de buen ritmo al programa y lo hace, además de interesante, entretenido. Algunas veces el programa se convierte en un monográfico dedicado a la cultura que nos llega de África, a la literatura infantil o a los memorialistas. Pero generalmente tiene diferentes secciones: cine, teatro, conciertos, exposiciones, literatura, festivales, todo ello casi siempre en versión más alternativa que comercial. Y como en el programa tienen una decidida vocación juvenil, casi a diario dedican atención a las novedades del (inabarcable) mundo de los videojuegos.
FELICIDADES, pues, para todo el equipo. (A partir del 8 de julio, toman vacaciones y durante ese tiempo la cita será solo los viernes a las 21h). 2.
La mirada del otro. Este era el título de una novela execrable de Fernando G. Delgado, cuya calidad (execrable) fue refrendada con el premio Planeta de 1995. Pero yo lo traigo a colación para plantear aquí otra cuestión. ¿Por qué la gente en provincias tiene una especie de complejo de mirar a los ojos a los demás? Es decir, tú pasas al lado de alguien que lleva una camiseta monísima, que es alto, que sonríe, que lleva un buen corte de pelo, que va de paseo con su hijo por el parque, etc, y en lugar de mirarle a la cara, a los ojos y sonreírle solo por regalarte esa imagen, miras al suelo, a una papelera o a una boca de riego. Y él, por su parte, hace otro tanto. Porque seguramente se encuentra demasiado pagado de sí mismo. Para un gesto que queda gratis... Yo no lo entiendo, la verdad. ¿Por qué propiciamos de esta manera la incomunicación? Mirar a los ojos a alguien no tiene por qué tener siempre una intención felatriz. Ni te obliga a reconocer al hijo de nadie ni a cederle una parte de tu sueldo. Es absurdo. Pero en provincias solo encuentro miradas huidizas –y cuando no lo son, es casi mejor que lo fueran. Pero quizá yo estoy equivocado. PS: Declaro con la mano en el corazón que la víbora de 50 kilos que se ha escapado en Ourense, dejando sola a su desconsolada hermana gemela, no soy yo. Yo nunca me escaparía de un circo italiano.

lunes, junio 20, 2005

Lucifer

Así es como me gustaría llamarme hoy, en lugar de Vipère. Yo creo que me va mucho más porque es ambiguo: a primera vista remite a la segunda acepción, cuando deberíamos quedarnos con la primera. Lucifer, según la RAE: (De Lucifer, príncipe de los ángeles rebelados). 1. m. poét. lucero (planeta Venus). 2. m. Hombre soberbio, encolerizado y maligno. Viene del latín: Lux, lucis (luz) y fero, fers, ferre (llevar), así que significa que lleva la luz. Pero luego la Iglesia se metió por medio, y un nombre que en origen era muy hermoso derivó en algo diablesco. Me parece que no es la primera vez que su intervención tiene un efecto semejante.
En realidad, es a mí a quien me gustaría alumbrar en primer lugar, como si llevara un potente y permanente casco de minero. Pero como soy de natural generoso, también me gustaría acto seguido llevar la luz dentro de unas cuantas cabecitas que probablemente ahora están bajo el efecto de un exceso de calor. Vamos, bajo el efecto de una insolación en toda regla. En fin, no vamos a cargar las tintas más de lo estrictamente necesario; cada cual es muy dueño de manifestarse a favor o en contra de lo que le dé la gana, o las dos cosas: a favor y en contra, cuando le plazca. De la misma manera que yo también puedo opinar sobre lo que me parezca. Así que hoy diré que encuentro insultante que un periódico que se jacta de representar el progresismo en España ya no se moleste ni siquiera en hacer el paripé para disimular su tendenciosidad. Es decir, hace exactamente igual que la prensa que representa los valores más conservadores. Por favor, ya está bien. No somos retrasados mentales ni necesitamos un hermeneuta. De hecho, no lo queremos. ¿Adónde vamos a tener que recurrir para informarnos? ¿A radio Patio? ¿O vamos a vernos obligados a tener todos nuestras propias fuentes? Uno de los principios elementales del periodismo es la clara delimitación entre opinión e información. Así que hay secciones (páginas o espacios en la radio) para informarse (y, luego, formar tu propia opinión) y otras para conocer la opinión del medio y de firmas más o menos solventes (y generalmente afines) y poder cotejarla con la tuya. Pero es inadmisible camuflar la opinión en la información y: 1. Dedicar casi media página de la sección de cultura a Jimmy Barnatán. ¿Que quién es y qué ha hecho? Pues eso quisiera saber yo. Es un chico de 24 años que al parecer sale en una serie de TV de éxito. Eso lo ha llevado a publicar una novela sobre la adolescencia y, dando un paso más, a declaraciones como “hay gente que cree que ser joven es igual a ser drogadicto y eso no es cierto (…) En las pasadas elecciones pedí el voto para Zapatero porque el mundo de la cultura estaba muy tocado con la política del PP (…) Creí que era el momento de pronunciarme y lo hice”. El hecho de que sus padres sean una peletera que cubre las pieles de la mitad de la clase política y de celebridades y de un pintor y escultor completamente desconocido (para mí) lo resuelve diciendo: “Soy un hombre afortunado que invierto el tiempo en lo que me gusta”. Por si alguien piensa que hablo en hindi con acento cantonés, aclararé que no estoy diciendo que el chico, que entra de lleno en el negociado de los ecce homo, tenga que pedir perdón por hijo de quien es; al contrario: me parece magnífico que se aproveche todo lo que pueda de esta circunstancia. Yo también lo haría. Pero que todo un señor periódico le haga el juego es mostrar demassssssssiado el plumero; 2. Seleccionar, en el mismo periódico, claro, como representativos de los manifestantes del sábado contra las bodas gays tres testimonios sencillamente delirantes. Sin duda, hay gente que piensa como estas tres personas, pero no estaría de más estrujarse un poco las meninges y encontrar también otras miradas. Porque toda la gente que acudió a la manifestación no lo hizo bajo la influencia de un ictus especialmente virulento. Es el lado costumbrista de la prensa, que debería estar prohibido. Pero también es un desprecio hacia toda esa gente y hacia tu propia profesión, que se vuelve contra las posiciones que defiendes. Es tirar piedras sobre tu propio tejado. Podría citar a la persona que los firma, pero me abstengo. No estoy pidiendo su cabeza en una bandeja de plata. Seguramente era un mandado. Testimonio 1: Una religiosa jovencita que dice que “hay gente que nace con eso (eso es la homosexualidad) y la iglesia los invita a que vivan en castidad. Es como quien tiene una enfermedad y tiene que asumirla en su vida” (…) La aprobación de los matrimonios civiles homosexuales afectaría a su familia porque “los entristecería mucho” (Hala, ya estoy yo también triste. Por cierto, advierto de que voy a formar una plataforma para pedir en el parlamento las bodas entre orzuelos. ¿Qué hacer con esas excrecencias después de la operación? Lo mejor es casarlos ). Testimonio 2: Un estudiante de económicas de 28 años a favor de la regularización de las uniones homosexuales siempre que no se les llame matrimonio. (Nos pasamos la vida llamándole a todo COSA o ESO y ahora nos ponemos hipercorrectos en una cuestión semántica aislada. Mejor te iría si acabaras ya la carrera y empezaras a preocuparte de tu propia alopecia). Pero “esto puede llevar a equívocos. Por ejemplo, si un padre y un hijo mayor de edad desean unirse matrimonialmente, ¿por qué no se les va a permitir?” (Por la misma razón por la que hasta ahora no se podían casar una madre y su hijo mayor de edad, ni una abuela con su nieto, sin incurrir en un bonito incesto. Cf: http://www.incestuosoycanalla.blogspot.com.
Busco apoyos para la Plataforma de las Bodas entre Orzuelos). Testimonio 3: Una madre de 34 años y 6 hijos asegura que este debate ya ha afectado a su familia porque ha tenido que explicarles a sus hijos (entre 7 meses y 11 años) qué es la homosexualidad. Dice que “lo han comprendido muy bien”. (Tan bien que ahora todos son gays, especialmente el de 7 meses, y algunos de ellos ya apuntan cualidades para convertirse en transformers un día no muy lejano). Sus explicaciones continúan por la senda correcta: “hay dos tipos de homosexualidad. Una se debe a una enfermedad; la otra, a quienes se dejan llevar por el vicio y el placer”. Asegura que a los que “están enfermos” los respeta y le dan pena y “habría que ayudarles para que no sufran”. Dice que en su vida diaria tiene contacto con homosexuales, que el mismo pediatra de sus hijos lo es y que lo reconoce como a “un buen médico”. (No aclara si es del grupo de “Por enfermedad” o “Por vicio”. Si se trata del primer caso, él, como buen médico, podría autocurarse. Todavía en este supuesto, tampoco aclara si hace algo por él para que no sufra. Por ejemplo, presentarle a su prima, esa que siempre va pelada al uno y que para ser feliz solo necesita un camión. Respecto al segundo supuesto, no quiero imaginar nada. Solo espero que la consulta del pediatra no esté en una décima planta). Así que como usuario de la prensa manifiesto mi rechazo ante un tipo de periodismo tan ramplón. Y tomaré las medidas que correspondan. He dicho.

jueves, junio 16, 2005

Kim Jyng Il

Lo fácil en esta entrada habría sido recordar a Kafka; darle la razón siempre a Soren Kierkegaard, como Woody Allen; magnificar los morros y el morbo de Val Kilmer antes de su… dejémoslo en abandono actual o caída en picado; intentar explicar la hiperactividad de Nicole Kidman y la mala pata que la chica tiene con los novios; felicitar a los agraciados por el noviazgo –si alguien no me lo desmiente- entre Keanu Reeves y Diane Keaton, que debería servir de una vez por todas para hacer saltar por los aires la hipócrita y ridícula convención social por la que, en el mejor de los casos, solo fruncimos el entrecejo cuando los 20 años de diferencia en una pareja son a favor de ella (por cierto, ahora que me acuerdo, Joan Collins, pionera donde las haya, subió el listón hasta los 36 años de diferencia con su marido de 2002, que no sé si sigue siendo el actual, porque me imagino que cuando le agarras el gusto a casarte ya nada te detiene); hablar con la boca chica de los aciertos y tropiezos de Kenneth Branagh o de la retroalimentación de los misterios de los Kennedy; recuperar a Buster Keaton y su profunda tristeza; comentar el buen trabajo de Kevin Kline, cuando le apetece; temblar ante el drama de las kilocalorías; frivolizar sobre la importancia de llamarte Calvin Klein, aunque solo sea para tener tu ración de cielo con esos anuncios de calzoncillos en los que se embuten esos modelos que parecen irreales; contar la procedencia de mis dos kilims; la ausencia de todo erotismo de Carlos de Inglaterra, con o sin kilt; lo sobrevalorado que está Jack Kerouac; reconocer mi falta de adhesión a la trilogía de Krysztof Kieslowski –bueno, de hecho me planté cuando se estrenó Rojo; todavía me siento culpable de no haber sabido apreciar Azul y Blanco, así que tengo pendiente un nuevo visionado-; recordar para que nunca vuelva a repetirse el magnicidio en Kigali y otras ciudades ruandesas, del que ya se han cumplido 11 años; escuchar a Kiko Veneno, porque Está muy bien eso del cariño; recomendar la dieta del kiwi porque tu tránsito intestinal te lo agradecerá; traer a colación a Martin Luter King porque YO también tuve un sueño; rendirme ante la evidencia de que la vida es definitivamente kistch –si no, que nos lo cuenten los amigos madrileños cuando el sábado próximo contemplen la guerra por el fucsia más intenso que preparan los cardenales y las drags más aguerridas, frente a frente, paseándose con mantón de Manila, plataformón y mucho lentejueleo por la calle de Alcalá, con la falda almidoná… para tirarse los tejos en ciertos locales de mala nota unas horas más tarde... O la ineficacia de los koljoses, la pamema de la cumbre de Kyoto, mi total ignorancia sobre Kiribati y Kirguizistán, etceteraetcetera… Ah, me falta el aire. Pero como todo eso sería demasiado fácil, me voy a quedar con algo que me parece mucho más urgente. Por razones que ahora no vienen al caso, les diré que mantengo con ambas Coreas una relación que solo puedo comparar a la de la uña con el esmalte; vamos, que las Coreas y yo somos como dos extremos de una misma relación. Y ello me ha puesto en ventaja para poder contarles a Vds. la verdadera razón por la que no nos llegan apenas noticias de Corea del Norte: a Kim Jyng Il no le duran sus asesores de imagen. Y, claro, ¡quién en su sano juicio sale a la calle cuando tu estilista te ha dado una patada en el culo! De hecho, nadie debería salir a la calle si no ha sido previamente supervisado por alguien solvente. Por mí, por ejemplo. Así que si no hay foto suya, no hay noticia. Así de sencillo. Me cuentan que cuando alguien como él te dice el primer día: “Amo los uniformes. Vamos es que me ponen atómico, así que ya sabes la línea que quiero en mi guardarropa”, tú comprendes que ahí no tienes ningún futuro y que tu carrera como estilista corre el riesgo de sufrir un quiebro quizá irreparable, cuando no un descalabro irreversible. Eso, o terminar convirtiéndote en una mamarracha (si es que no lo eres ya, ¿verdad, Sara Montiel? Le hablo como si todavía se contara entre los vivos porque, a su manera, sigue preocupándose de su aspecto desde su mausoleo del Más Allá, de la mano de un peluquero manchego que es capaz de jurar que no tiene pluma). Pero volviendo a Corea, claro, lo que quiere este señor es de todo punto inviable. Los uniformes no son lo suyo; no le sientan bien. Y tendría que aceptarlo. No van ni con su corte de cara en forma de hogaza, ni con su panza, ni con su estatura (por mucha bota militar con plataforma que se ponga), ni con sus manos de molinero. Ni por supuesto con esas gafas a lo Marujita Díaz, que al parecer también son irrenunciables. Pero de ahí a secuestrar la información que genera todo un país con la excusa de que no da bien en las fotos, de que no es fotogénico, pues media un abismo. Pero como se niega a aceptar que la erótica de los uniformes tiene unos límites muy precisos y que él no cabe dentro de ellos, pues, claro, vuelve locos a los estilistas, que le duran justo el tiempo de colarse, si es que hay hueco, en uno de esos trenes mugrientos que se dirigen hacia China. Porque allí parece que la gente no quiere quedarse ni aunque le regalen el uniforme. Vamos, ni muerta.
En fin, a esperar que la naturaleza siga su curso. No queda más remedio.

martes, junio 14, 2005

Jíbaros sin fronteras

Hace tiempo que lo sospechaba, pero hasta hoy no he tenido el flash que necesitaba para verlo claro: la jibarización no es solo una cuestión del perímetro de la cabeza en la más pura tradición de algunas culturas indígenas andinas. Trasciende con creces ese territorio hasta el punto de que es como una mancha pegajosa que pisas en cuanto pones los pies en la calle. Y es mucho más: 1. Una forma de sentir (y de padecer) 2. Un estilo de vida 3. Un tinte corrosivo que llevarte a tus (cuatro) pelos 4. Una obesidad mórbida 5. Un tono de voz especialmente estridente 6. Una sonrisa estentórea 7. Adicción sin complejos a la licra 8. Ser analfabeto y jactarse de ello 9. Ser un ordinario integral 10. Presumir de ser súper sincero y decirte que la oposición que estás preparando es una gran pérdida de tiempo; te lo digo yo, que soy secretaria-interventora y sé de lo que hablo 11. No callar ni debajo del agua hablando de ti, de tus hijos, de tu trabajo, de tu potencial sexual y de tu coche 12. No escuchar al otro porque te basta con retroalimentarte con tu monólogo 13. Criticar por vicio sin hacer nada para mejorar las cosas 14. Confundir el pasillo de un hospital con un mercado de abastos 15. Responder sin mirar a la cara 16. Dirigirte a las personas mayores, incluidos tus padres, o a los desconocidos como si le hablaras a tu hámster. 17. Incluir en el cuestionario de una entrevista en un programa musical de televisión –presentado por tres analfabetas- la siguiente pregunta: ¿Y tú cómo lo haces, cojones? Imagínense lo demás. Si descubren alguno de estos indicios –sin perjuicio de otros muchos que sin duda Vds. están en condiciones de detectar- en la persona que tengan enfrente, ya pueden añadir un elemento más para la colección de Jíbaros sin fronteras. Creo que es una colección que no se acaba nunca: es ilimitada. Y esa es su gracia y su interés.

lunes, junio 13, 2005

Imploración

Si hay algo que no soporto, además de todo tipo de bisoñés, pelucones, mechas sin caridad y otras formas de terrorismo capilar, es la gente que da la lata. Decía un profesor de la universidad al que hace tiempo que me gustaría ver… haciendo calceta en un geriátrico… que el aburrimiento era un caldo de cultivo perfecto para la creatividad. Y yo me lo creí. Hasta que salí a uno de los pasillos de la facultad, claro. Si ser creativo es arrastrar los pantalones por el piso, sentarte a las puertas de la cafetería para comerte un pincho de tortilla en el suelo, enseñarme sin compasión tu (espantosa) ropa interior, el vello de la espalda y tus tatuajes deformes, además de pronunciar Guadalajara hasta 18 veces en una conversación sobre la pirámide de Abraham Maslow solo para mostrarme tus piercings en la úvula, pues francamente, prefiero que seas una persona gris. El aburrimiento es simplemente el mejor caldo de cultivo para que la gente se atreva a todo. Por ejemplo:
1. A teñirse en familia. Porque ya se sabe que la familia que se tiñe unida permanece unida. (Aunque en su descargo debo decir que siempre he sostenido que en estos casos los verdaderamente culpables son los peluqueros; estoy seguro de que están organizados en una célula internacional que algún día tomará el control del mundo. Ellos son conscientes de que sus tintes traspasan el córtex, dañan el cerebro y además crean adicción. Y esa es la razón que explica la ola de hostilidad que nos invade. Son peores que Bush). 2. O a salir a la calle un domingo atomizados en torno a pancartas con lemas como La familia sí importa; Quiero un papá y una mamá; No soy un experimento, soy un niño; Que se legisle, pero no mi matrimonio o Zapatero tuvo papá y mamá: ¿por qué yo no?. “Por favor, caballero, sí, Vd., el de la tonsura y la tierna camiseta de No soy un experimento, soy un niño, ¿podría decirme si el slogan lo ha creado Vd. solo? Es decir, lo ha pensado, le ha dado una forma eficaz gracias a sus conocimientos del lenguaje publicitario, lo ha pintado… Ah, ¿lo ha mandado imprimir en Serigrafías Mater Amantissima? Por lo que veo se trata de una cadena perfectamente organizada y bien avenida. ¡Así es como funcionan las cosas pequeñas! Y, por extensión, todo un país. ¿Cuántas noches ha dormido Vd. al raso? No, no me refiero a la siesta que se echó en el jardín de casa de los Valdemingómez. ¿Y abusos sexuales? ¿Sabe de lo que le hablo? Ah, no ha tenido el gusto. Pues mucho mejor. ¿Es capaz de descifrar este sintagma: trabajo infantil? ¿Por casualidad le suena a chino las condiciones inhumanas en las que viven sobre todo las niñas chinas en los orfanatos chinos, por poner solo un ejemplo sobre el que yo también podría imprimirme una camiseta con pruebas documentales? ¿No tiene juegos de mesa en casa? ¿Estratego, pictionnary, trivial pursuit? ¿Ha desdeñado ya todo lo relacionado con los hilos de Ariadna: la calceta, el petit point, el macramé, sus propios conjuntos, bolsos para la playa, etc? ¿Sabe que curtir pieles es un arte? ¿Tampoco le tira la jardinería? ¿Y engrasar motores? ¿No ha probado lo que puede hacer por Vd. y por su cuero cabelludo un revólver apuntando en la buena dirección? Pues piénselo: creo que puede hacer maravillas. Porque los domingos se hicieron para descansar, para relajarse, para descargar tensiones de toda la semana, etc, y al parecer tejer y coser tiene el mismo efecto relajante que un baño en el balneario de Zújar. También se hicieron para estar con esa entelequia o concepto llamado familia que Vd. y otros como Vd. quieren apropiarse en exclusiva. Y con los amigos. Y con toda la gente que uno quiere. Pero estoy seguro de que utilizarlos para dar la lata a los demás con lemas, camisetas, pancartas, gritos, pitidos, insultos y otras ordinarieces es una derivación perversa. Porque:
1. A Vd. nadie lo va a adoptar. 2. No es un experimento, bueno; pero desde luego Vd. tampoco es un niño. 3. Estrújese un poco las meninges para mandar al taller de serigrafía, en lugar de esa cursilería, una frase que exprese lo que de verdad le importa: Mi ciudad no se llama Sodoma. (Al menos en las horas de sol), Contra natura, látigo y mano dura; 4. A mí no me importa con quién se acuesta Vd. ni con quién se levanta. Vamos, que Vd. me erotiza lo mismo que una avutarda; y 5. No puedo obligarle a que eduque a sus hijos como a mí me parezca bien. Eso sí, tengo la boca muy sana para llamarles maleducados si vienen a clase y le dicen a un profesor que al final los que nos comemos el marrón somos nosotros. Así que, en lo que a mí respecta, los domingos abúrrase todo lo que quiera, lea a Alfonso Ussía hasta sentir náuseas –lo que en sus mejores momentos se logra fácilmente en el título-, dedique un tiempo a educar a sus hijos como mejor le parezca –yo no voy a decirle nada: no son mis hijos-, descubra los secretos del bricolage, del macramé, de la jardinería, haga lo que le parezca. Pero no dé la lata, por favor. ¿Es mucho pedir?"

jueves, junio 09, 2005

Historia delirante. Otra más.

¿Por qué siempre me ocurre que me cuentan historias de no dar creditito? Por lo que parece, captar el momento en que uno se queda ojoplático, sin aliento o sin recursos expresivos debe de hacer furor en el mercado negro de los programas de TV que basan su creatividad -ja, ja- en la cámara oculta. ¿Son estas historias las que mejor le van a mi corte de cara, a mi ropa, a mi personalidad arrolladora y a mi charme personal? Yo diría que no, la verdad. Pero el destino se empeña “una y otra vez, como decían los clásicos” en ponerme frente a ellas para atestiguar, aún una vez más, lo que ya está archidemostrado, que la realidad supera al porno. La última historia que me han contado tiene por protagonistas a dos pollos-pera de segundo año de universidad, y localizaciones múltiples que van desde la azotea de una facultad desde la que se ve toda la ciudad hasta la comisaría del distrito de Cartuja. Del guión, mejor no hablar. Resulta que para celebrar el primer mes de noviazgo se les ocurrió colarse la otra noche en la azotea del edificio en el que estudian. Allí, con unas vistas impagables sobre Granada la nuit, prepararon un picnic bajo el brillo de las estrellas y la luz de algunas velas de la chinoiserie que habían llevado para darle clima (y clímax) a la cosa. Besos, marcas de los chinos del piso en la piel, canutos, ay qué risa, cuánto te quiero, yo a ti más, eso no se puede medir, me estaría toda la vida aquí a tu lado, qué colocón, etcétera. De pronto la calentura de los dos cuerpos calientes cede paso al relente de la noche granadina en lo alto de un edificio en plena falda de la montaña y ¡ay, qué frío, vámonos, ya hemos sido bastante románticos por hoy! Pero la puerta de entrada a la azotea está cerrada. Cerrada por dentro. Y ellos se han quedado encerrados por fuera. ¿Qué hacemos? -A lo mejor si nos colamos en alguno de los departamentos podemos salir. Quizá la puerta se pueda abrir desde dentro, como esa. Dicho y hecho. Se cuelan por una ventana, mochilas en ristre y risas nerviosas, y antes de que pongan un pie en el suelo se ha disparado la alarma del edificio. ¿Y ahora qué hacemos? Pero no necesitan responder a la pregunta. En menos de lo que se persigna un cura ortodoxo llega la respuesta en forma de policía. Los localizan y los llevan a la comisaría, previa micción de ambos. Creo que desde el momento en que empezó a sonar la alarma, entraron en calor de nuevo ipso facto. Y en la comisaría tuvieron lógicamente que contar toda esta delirante historia con pelos y señales. Y al día siguiente, repetirla de nuevo para la decana de la facultad, que quedó nistagmática de tanto buscar la cámara oculta que tenía que haber forzosamente en algún sitio. -Es verdad todo lo que contamos. No intentábamos robar los exámenes de Clásicas. No somos de esa carrera. Ni tampoco de esa calaña. Este policía es testigo de lo que decimos: se incautó del salami y de otros restos de comida y bebida que tenía en mi mochila. Y, por supuesto, de toda la maría. Y al final todo resultaba tan delirante que han terminado por creerles, encomendándose de paso, eso sí, a la Virgen de Lourdes para pedir no solo por la lluvia, sino para que TODA la juventud española no sea así.

miércoles, junio 08, 2005

Globos terráqueos

Todo el mundo sabe que París es divino (Anita Loos dixit). Y sus tiendas, también, añado yo. De hecho, me apropio del gran hit de Carla Royo Vilanova para aplicarlo a París: “Tenemos un país, gracias a Dios, civilizado con muchísimas tiendas”. Ella lo aplicaba a España, pero es perfectamente extrapolable a muchos otros sitios. En realidad, a mí no me gusta ir de compras. Me gusta comprar ropa y zapatos bonitos, regalos, todo lo que necesito, pero no me gusta ir a buscarlo. Me gusta ir de librerías, si es que se puede decir así. Pero aborrezco los centros comerciales y, por supuesto, ir a las rebajas. ¡Qué espanto! Para mí lo ideal sería que me lo trajeran todo a casa. Pero de París recuerdo una tienda del Marais que me fascinaba, por encima de las boutiques de los hauts couturiers de la Av. De Georges V. Era una tienda de globos terráqueos. Exclusivamente. Nunca me atreví a entrar en ella porque probablemente me habrían cobrado solo por parpadear delante de uno de ellos, pero me encantaba verlos a través del gran ventanal que tenía por escaparate. Los había de todos los tamaños; de madera vieja (o envejecida), de piedras de colores talladas siguiendo los caprichos de la geografía, de otros materiales menos nobles… Todos tenían particularidades distintas: los colores o los tonos, el soporte, las dimensiones, la antigüedad, etc. Además, los muebles que los sostenían también eran preciosos. Y, desde el escaparate, en un globo veía Madagascar y Arabia, en otro solo el Océano Pacífico y la Polinesia Francesa, en otro México y el Caribe y en otro Groenlandia y el Círculo Polar Ártico. Al cabo de un ratito de quedarme embobado delante del ventanal, me iba porque tenía la sensación de que la señora que se ocupaba de la tienda, con sus gafas, su moño italiano –tenía la deferencia de no teñirse el pelo- y sus 60 años, empezaba a dirigir su mirada hacia mí con demasiada frecuencia. Así que continuaba mi camino hacia casa. O hacia St Michel. O hacia L’étoile manquante. Y me iba pensando en Audrey Hepburn y diciéndome que un día me iría a merendar cualquier bollo de Chez Paul y un crème delante de este escaparate. Pero nunca lo hice. Por fortuna.

lunes, junio 06, 2005

Futuros imperfectos

La otra tarde paseaba por el centro de la ciudad con una amiga encantadora cuando nos encontramos un billete de 50 euros y justo al lado un papel manuscrito. Recogimos ambas cosas. Los 50 euros los fundimos acto seguido en una terraza cerca de Plaza Nueva con unos cuantos Somontanos, pero el papel lo hemos guardado como oro en paño en la caja fuerte de uno de esos usureros llamados bancos. Y es que se apoderó de toda nuestra atención mientras nos quedó conciencia. Huelga decir que hemos sido incapaces de descifrar esta especie de piedra roseta contemporánea, pero yo estoy seguro de que lo que tenemos entre manos nos puede ayudar a comprender el pasado, el presente y por supuesto el (incierto) futuro. El presente por lo menos no difiere en delirio de lo que se extrae del citado papel. Y bueno, desde entonces, estamos sobrecogidos (en el sentido peninsular del término) porque en el papel hay algo –probablemente una mente lobotimazable, simplemente- que me impide tomármelo alegremente a broma. ¿Quién será la tal Josefa Rincón Cuadrado? ¿Una simple lunática? ¿Una futuróloga, adivinadora, (clari)vidente, seguramente vestida por su peor enemigo, que se divierte aguándonos la fiesta? ¿Una reportera de un programa-basura que nos persigue por la ciudad con una cámara oculta bajo la axila? ¿O directamente una loca de atar a la que le vendría bien un buen meneo o, en su defecto, una camisa de fuerza? Juzguen Vds. mismos el contenido del papel que paso a continuación a describirles lo más rigurosamente posible (en negrita aporto mis comentarios): Una especie de número pi subrayado como epígrafe. Debajo: “300.000 millones de años tardó la tierra en confirmarse. Evolutivamente la Raza Humana ha tardado XX siglos en comprender cuánto daño hace el Homo-Sapiens-Sapiens. (Lección elemental de antropología)
(La silueta de un templo griego con tres escalones y cinco columnas) 35 años ha tardado Josefa Rincón Cuadrado en comprender que la vida en la Tierra será para una comunidad de hombres de bien en la Era que viene. Nunca hubieran debido matar seres humanos para ir a buscar vida a Marte y destruir otros planetas.
(Filantropía y cosmos) (Tres palabras en griego que no conozco) Pantocrátor Josefaria asegura: 150 hombres serán elegidos siempre de acuerdo con su albedrío- Hades Infierno y Cromosomáticos se encargarán de los criminales y los condenados. Finalmente desaparecerán para siempre jamás”.
(¿Averno y genes, perhaps?) (Una especie de efe minúscula con doble barrita curvada) El logos (en griego) fue otorgado para comunicarse verbalmente, no para ser insultado y amenazado de destrucción.
(¡Claro que sí, cielo!) Wolfrad Udo Manes no era mi Padre. Dionisos (griego) y las Bacantes serán expulsados para siempre del Mundo: Margarita — Ida Helena —Anabel Susana Isabel Magdalena Cristina
(¿Ahora vienes con que Udo no era tu padre? Hija mía, estás en la inopia: lo sabíamos todos. No me extraña que tengas un traumazo. Tienes derecho a eso y a mucho más). Israel recibió una maldición. Juan Carlos de Borbón dejará de sufrir los rigores cromosomáticos cuando comprenda que aquí no se viene a matar NIÑOS PEQUEÑOS. (¡!)
(Una especie de araña con la permanente) Omniscencia Omnipotencia Omnipresencia Estrella Hera Atenea Malla Laminella Casa de David Linux — Red de Redes Josefa Rincón Cuadrado es un ser Humano. Regina Mundi declara: * Este Mundo se acaba * Dios del Universo está Muerto (Una especie de globo terráqueo) La Santa Trinidad Padre Hijo Espíritu Santo es Mitosis Tricomoson Satanás
(Incapaz de aducir nada.¡Mudo! ¡De estuco!)
Las curvas de la población las establece la Naturaleza. Les aconsejo que guarden mucho respeto a: Barbara Stanwyck Hilary Clinton Sarah Fergusson
(Sin menoscabo a Joan Collins, claro) Aquí la única Habsburgo que hay soy yo. Josefa
(Pues claro, y tú eres el futuro, oscuro e imperfecto, pero futuro. La que diga lo contrario miente).

Erotismo e informática

Como pueden imaginar por el título, esta entrada está dedicada a Carlos Berlanga. Hoy se han cumplido tres años desde que murió a los 42. Cuando a lo largo de la tarde han sonado varias de sus canciones en esta ordenadora, lo he recordado con especial cariño. La memoria y el cariño son gratis, ¿no? Hoy día, todo el mundo, pero especialmente la teúve, está dispuesto a conmemorar cualquier cosa, desde el cincuentenario de la operación de juanetes de la tita Patro hasta cualquier otra calderilla cronológica. Así que yo quiero tener un recuerdo especial para Carlos y copio para Vds. íntegramente una entrevista con él publicada en 1998. Aquí la tienen:
VÍA SATÉLITE ALREDEDOR DE… CARLOS BERLANGA (4 diciembre 1998) La sagrada trinidad del pop cantado en español volvió a reunirse hace un año en un disco, Vía satélite alrededor de… Carlos Berlanga, en el que las letras son de Carlos Berlanga/Nacho Canut, y Alaska participa en los coros. El disco está producido por Fangoria, el grupo que formaron Alaska y Nacho tras la escisión de Alaska y Dinarama en 1989. Pero de aquella ruptura también nació un solista que nunca ha renunciado a la esencia de un pop bailable, seductor y elegante. Carlos Berlanga prepara para la próxima primavera su cuarto disco de esta nueva etapa, Impermeabilizado: “Vía satélite… lo hice con Nacho y Big Toxic, que son muy electrónicos, pero el próximo va a ser más acústico. Aún está en fase de composición, y lo vamos a hacer Nacho, Ibon de Le Mans y yo” Incomprensiblemente sus discos no han gozado de la repercusión merecida: “La casa de discos es la que lanza y promociona mis discos, y yo creo que no lo han hecho muy bien. Según ellos, la culpa la tengo yo por no actuar, pero resulta que mis discos no están en El corte inglés, en ninguna provincia, no se encuentran. O sea que ya me contarás. De la promoción me irritan los promocioneros, que son como viajantes de comercio que igual venden discos que zapatos. Ellos cobran por llevarte a cuantas más radios, mejor; les da igual la radio que sea. Y no. La promoción tiene que ser inteligente, llevarte a sitios donde te comprendan, donde sepan quién eres, porque de lo contrario estamos perdiendo el tiempo la casa de discos y yo”. En 1990 Carlos publicó El ángel exterminador, un disco en el que encontramos canciones como Sueños: “Ah, a mí los sueños me vuelven loco. Me gusta dormir por eso, porque tengo unos sueños encantadores, maravillosos. Supongo que me pasa como a todo el mundo, que le encanta cómo vuelas en el sueño. El sueño es un mundo que te construyes día a día, aparte de la vigilia, y yo tengo una especie de submundo onírico”; o El verano más triste, un dúo con Miguel Bosé: “De su programa [Séptimo de caballería] me pone un poco nervioso que subtitulen las entrevistas en inglés, en lugar de poner una traducción simultánea, porque hay gente que es ciega y no puede ver esos subtítulos. Pero bueno, mi hermano es productor en ese programa, así que no puedo opinar”. Uno de sus hermanos es José Luis García Berlanga, director de películas como Barrios altos y productor de televisión. Otro es Jorge, colaborador de prensa, crítico de cine y guionista de la película que su padre, Luis Berlanga, rueda estos días en Peñíscola, París-Tombuctú: “Los conozco muy poco”. Indicios apareció en 1994. En esta colección de canciones encontramos desde una versión de La funcionaria, de Vainica Doble, de la que quedaron muy satisfechas, hasta la adaptación de una canción de Antonio Carlos Jobim, a dúo con Ana Belén: “Jobim para mí es la máxima figura de la música pop universal. Y en cuanto a Vainica Doble, imagínate. Y encima las conozco. Bueno, a Jobim también lo conocí. Murió hace tres años. Su influencia en mí es toda. Indicios es muy bueno, y es una pena que sea tan difícil de encontrar. En el cuadernillo del disco reclamas atención para la Asociación Hemlock, que defiende el derecho del enfermo a morir dignamente: “Cuando grabé el disco, acababa de leer un libro al respecto que me motivó mucho. Por eso lo puse. Yo colaboro con varias ONG -no te voy a decir cuáles porque me parece una tontería-, y apoyo esta institución y la alternativa de morir. No la eutanasia. Cuando estás muriéndote y tienes unos dolores horrorosos y no puedes más, decidir que quieres morirte me parece un derecho fundamental en la vida de cualquiera. La eutanasia es diferente porque son los otros los que deciden si vas a morir o no. Si eres tetrapléjico, eres incapaz de mover nada, nada, como Ramón Sampedro, si pides que alguien te ayude a morir, oye, yo estoy de acuerdo en eso. Lo que me parece absurdo es eso de morirse joven para dejar un bonito cadáver, cuando, aunque seas viejo, siempre puedes ir con un bastoncito y sentarte en una terracita a dar de comer a las palomas. Si estás muerto, no puedes hacer nada de eso, ni siquiera puedes leer a… como estoy leyendo yo ahora mismo, a Salvador de Madariaga, ensayos de historia contemporánea de España”. ¿Cuál es la vigencia de las canciones de los grupos en que estuviste?: “Volvería a grabar muchas, sobre todo Canciones profanas, porque los arreglos se hicieron mientras estaba yo en la mili, y Olvido y Nacho estaban en una época muy siniestra, escuchando todo el día a Killing Joke y a Siouxie. Del resto, no; Deseo carnal está muy bien. Y No es pecado es el disco que más me gusta en cuanto a producción. Son unas canciones complicadísimas y están muy bien compuestas. Y de Fan fatal también volvería a grabar algunas, por ejemplo Mentira”. En Vía satélite alrededor de…, Carlos Berlanga cubre el arco que va desde lo melódico a lo más bailable, y habla de asuntos tan dispares como el amor atormentado, internet, lo cómics de Marvel o el outing (gay, claro): “Yo hablo de desamor, de abandono y de todas esas cosas, pero no son términos con los que desarrollo mis canciones, sino que me lo tomo con más sentido del humor. Digamos que sí tengo voluntad de incorporar un elemento de esperanza para que la gente no se suicide”. Hay una bella rareza que se llama Rayos de plasma: “Es una canción preciosa sobre un superhéroe cutre. Al contrario que los de la Marvel (el Hombre Araña, el Capitán América, etc), que tienen unos poderes maravillosos y hacen así, ¡zas!, y destruyen un edificio, éste solo tiene un poquitín de poderes y no puede mover más que esto, un servilletero, y de da mucha rabia. Por eso es triste”. Políticamente incorrecto está dedicado a un camarero trepa: “En este país no ha salido ningún músico del armario, y me parece de lo más absurdo que la gente no salga del armario. En música desde luego. Como si no supiésemos todos los que entienden y los que no. Ya ves tú qué tontería”. ¿Cuál es la causa de qué las parejas no duren?, dices en una de tus canciones: “No tengo ni idea. Desde luego, mis parejas no duran. A lo mejor en otros casos sí. Pero bueno, duran hasta cierto punto porque luego hacen el paripé. Todas las parejas que conozco a los cuatro o cinco años están haciendo cada uno su vida por su lado. No sé, supongo que el amor es una cosa que se diluye un poco…” Por amor….:
“…haría cualquier cosa, hasta morir. Desgraciadamente, no soy de los que se retraen. El amor es el único misterio que queda en esta vida. No hay nada que escape a la física y a la química, pero el amor es pura metafísica. Ni fantasmas ni postergeist ni todas esas gilipolleces: el amor es la única manifestación metafísica de la humanidad". No soy superhéroe, soy simple mortal, pero tú me exiges la eternidad, de El verano más triste: “Soy exigente en ciertas cosas, pero no soy muy exigente. Y perdono con mucha facilidad; perdono y olvido, no como otra gente que perdona, pero no olvida o ni perdona ni olvida. Yo perdono y olvido y de todo: soy buenísimo”. Leí que un proyecto musical para Pepa Flores con música de Carlos Berlanga y textos de Paco Umbral se había quedado en el camino: “Me acabo de enterar ahora mismo. ¡Qué más quisiera yo! Pepa es mi máximo ídolo en este país. La adoro. Canta tan bien como Gloria Van Aerssen. Ambas tienen la tesitura de voz más bonita de este país”.

viernes, junio 03, 2005

Dinastía

Todo lo que sé sobre pasión, glamour, ambición sin límites, encarnizadas luchas de poder, avistamientos de ovnis, cirugías plásticas, trajes con hombreras, la importancia del petróleo, solo comparable al acto de respirar, mansiones y una pionerísima salida del armario lo aprendí a lo largo de mis años de adolescencia en Dinastía, mi primera gran escuela de la vida. Así que esta serie bien se merece una entrada. (También podría valer Dallas, aunque en realidad me enseñó bien poco porque era demasiado pequeño y nunca he sido lo que se dice precisamente precoz). Dinastía se convirtió en el acontecimiento de los martes por la noche, creo recordar, en todos aquellos años, y por ello ha logrado esquivar el cerco de la amnesia general que marca mi vida más o menos hasta los 16. Por supuesto, mi personaje favorito era Steven, el hijo alegre. Era más bien lánguido, la verdad, pero ello solo prueba el gran influjo de la serie en mi cosmovisión: con frecuencia, posteriormente, he sido millonario en languidez. Me llevé un disgusto cuando de pronto dejó de aparecer el actor que lo interpretaba (Al Corley) y lo sustituyó otro más gordito y menos atractivo. Claro, no había color. Lo mismo pasó a las dos hijas. ¿Qué habrían hecho los guionistas sin poder recurrir al truco de la cirugía estética? ¿Que un actor que se cansa de la serie? No hay problema; no nos va a arruinar el negocio: un buen accidente de avión, quemaduras que traspasan hasta las hemorroides, unos golpes maestros de bisturí aquí y allá, unos cuantos injertos de piel y, ¡zas!, otra vez tenemos aquí nuevo y flamante al personaje. Con Dinastía aprendí que existía un país llamado Moldavia. Pero ¿dónde? Tardé unos cuantos años (hasta 1990) en poder aplicar esta lección de geografía. Y bueno, al final Moldavia no era como lo pintaba Alexis Carrington Colby. ¡Qué vamos a hacer! El único reproche que le hago a este pilar básico de mi back-ground es el hecho de chuparle la sangre al maestro Hitchcock sin citarlo siquiera. Para explicar los problemas de Fallon con los hombres, los creadores de la serie no dudan en calcar las secuencias de Marnie la ladrona que explican la frigidez de la protagonista. Lo que es bueno para Hitch, es bueno para nosotros. Un flash-back nos llevaba a la infancia de Marnie. Una noche de tormenta, Marnie se cansa de jugar con sus muñecas y va a la habitación de al lado en busca de su madre. Pero su madre, una obrera profesional del amor, está muy ocupada con un cliente, que además de borracho, es súper irascible. Y claro este coitus interruptus lo saca de quicio. Así que la emprende a golpes con su benefactora y la madre de Marnie tiene que ser drástica. Y, claro, todo este estrés le provoca a Marnie un trauma con T de Telva que no se tiene. Pues bien: los de Dinastía dijeron que como explicación psicoanalítica era más que válida, así que para qué reinventar lo que ya estaba inventado. Y se quedaron tan panchos. Pero eso no impidió, claro está, que siguiera enganchado a todas las maquinaciones de Alexis, que humedecía ante la simple visión de una perforadora. Sobre todo, si cerca rondaba Dexter.

miércoles, junio 01, 2005

Coprofagia (Lección de)

Yo andaba naufragando por los 30. ¿Éxito? Para nada. Oye, como fatal, desesperada. Y entre mis labios, triste y macilenta, una colilla se quemaba. Tal que Martirio me encontraba yo cuando decidí ponerme el mundo por montera, montarme en un avión y no bajarme mientras quedara queroseno en su motor. Y así aterricé al este de Madagascar, en pleno Trópico de Capricornio, dispuesto a compartir mis conocimientos de español con una cuadrilla de adolescentes que cubrían todo el arco que va desde el mestizo de más altos coturnos hasta el alemán más macarra. Y llegó la hora de dar la primera clase. Tras las presentaciones, les repartí una viñeta de Forges. Mi pretensión era hablar sobre la televisión como medio de información, de formación y de entretenimiento, y de su relación con ella: propuestas, lo que se puede mejorar, lo que les gustaría ver, etc. Pero me vi obligado a tratar de otros asuntos imprevistos, la verdad. La coprofagia, por ejemplo. La viñeta representaba un plató de televisión con un presentador y varios invitados, todos estereotipados: un travesti, un señor con pinta de profesor, un fan de Metálica, un jovenzuelo con gafas de muchos aumentos y la gorra puesta del revés y alguien más. Se trataba de describirlos. Había que pensar que la referencia era un programa de debate (o gritos, generalmente). El texto puesto en boca del presentador era el siguiente: “Y Vd., como eminente filósofo, ¿qué opina de la nueva cocina coprofágica?” Y claro, la primera pregunta que suscitó el dibujo fue la siguiente:
-Monsieur, ¿qué significa coprofágica? - Pues es muy fácil. Viene del griego: copro, merde; y fago: manger. Hay otras muchas palabras con la misma raíz: fagocitar, antropofagia. A mí me parecía tan divertido el dibujo –como siempre me pasa con Forges- que no había reparado en esa sencilla cuestión semántica. Pero claro, los adolescentes sí habían reparado, digamos que habían capitalizado toda su atención en ese término y fue un poco difícil reconducir el resto de la clase. Risas, nuevas propuestas combinatorias y miradas que yo no sabía cómo interpretar. Hasta que por fin sonó el bendito timbre.