miércoles, junio 22, 2005

Miradas 2

1.
miradas 2 es uno de mis programas favoritos de televisión. Es una apuesta innovadora que empezó el pasado otoño y que está funcionando. No tengo datos sobre su audiencia, pero está claro que tiene sobrados méritos para mantenerse. Los programadores tendrían que valorarlo porque ese programa de apenas 25 minutos abre una ventana diaria por la que se asoma un público que desea mirar hacia otros paisajes. Probablemente solo se trate de una inmensa minoría, pero también cuenta. A los que no lo conocen, además de recomendarlo, les diré que está concebido como un informativo cultural diario (La 2, 21h30) sin presentador. El tratamiento de la imagen se atreve a mostrar ángulos subjetivos; las piezas a veces se montan solo con las voces de los protagonistas, sin la incluir la voz del redactor, o con la ayuda de unos cuantos subtítulos; a veces, el redactor también satisface su cuota de vanidad y pone una nota supermoderna (rastas, cadenas, pantalones que arrastran, poliglotismo) en la imagen, junto a los protagonistas; las citas para grabar las entrevistas se desarrollan muchas veces en espacios (talleres, cafés, parques, palacetes) con una estética particular, en lugar de un despacho. En fin, todo ello dota de buen ritmo al programa y lo hace, además de interesante, entretenido. Algunas veces el programa se convierte en un monográfico dedicado a la cultura que nos llega de África, a la literatura infantil o a los memorialistas. Pero generalmente tiene diferentes secciones: cine, teatro, conciertos, exposiciones, literatura, festivales, todo ello casi siempre en versión más alternativa que comercial. Y como en el programa tienen una decidida vocación juvenil, casi a diario dedican atención a las novedades del (inabarcable) mundo de los videojuegos.
FELICIDADES, pues, para todo el equipo. (A partir del 8 de julio, toman vacaciones y durante ese tiempo la cita será solo los viernes a las 21h). 2.
La mirada del otro. Este era el título de una novela execrable de Fernando G. Delgado, cuya calidad (execrable) fue refrendada con el premio Planeta de 1995. Pero yo lo traigo a colación para plantear aquí otra cuestión. ¿Por qué la gente en provincias tiene una especie de complejo de mirar a los ojos a los demás? Es decir, tú pasas al lado de alguien que lleva una camiseta monísima, que es alto, que sonríe, que lleva un buen corte de pelo, que va de paseo con su hijo por el parque, etc, y en lugar de mirarle a la cara, a los ojos y sonreírle solo por regalarte esa imagen, miras al suelo, a una papelera o a una boca de riego. Y él, por su parte, hace otro tanto. Porque seguramente se encuentra demasiado pagado de sí mismo. Para un gesto que queda gratis... Yo no lo entiendo, la verdad. ¿Por qué propiciamos de esta manera la incomunicación? Mirar a los ojos a alguien no tiene por qué tener siempre una intención felatriz. Ni te obliga a reconocer al hijo de nadie ni a cederle una parte de tu sueldo. Es absurdo. Pero en provincias solo encuentro miradas huidizas –y cuando no lo son, es casi mejor que lo fueran. Pero quizá yo estoy equivocado. PS: Declaro con la mano en el corazón que la víbora de 50 kilos que se ha escapado en Ourense, dejando sola a su desconsolada hermana gemela, no soy yo. Yo nunca me escaparía de un circo italiano.

2 comentarios:

Manuel dijo...

Eres una siamesa traidora y mentirosa.

Manuel dijo...
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