- Pues hoy no porque tengo dentista. Tú ya sabes los dientes tan bonitos que yo tengo, de porcelana. Porque no hace falta que te recuerde que Ramón me hizo un trabajo digno del Museo de Artes Decorativas.
- ¡!
- Pues el otro día se me rompió un incisivo. Se me desportilló, vamos. Se me descantilló, como si fuera una fuente de porcelana de Sèvres. Estaba dándole un bocado a algo y lo noté perfectamente. Y bueno, Ramón me había dado unas células de no-sé-qué para que me las pusiera en caso de accidente, pero quiero tener su opinión. Porque me cohibe mucho para sonreír. Total, que voy esta tarde. Lo que no sé es cómo explicárselo.
- ¿El qué? ¿Cómo se te rompió?
- Pues sí, porque lo que me estaba comiendo es la polla de mi novio. Sencillamente.
- ¡!
- Sí. Llámalo polla, glande, prepucio, pene, o como te dé la gana. ¿Es que no lo has oído nunca?
- Pues claro, hija. Pero ¿cómo se te va a romper así un diente?
- Porque yo, cuando me entrego, me entrego.
- ¿Y se le pone así de dura?
- Como el granito.
- Tú eres una virtuosa.
2 comentarios:
Jajajajajaja. La verdad es que sí: tiene unos dientes preciosos. Y sí: cuando se entrega, se entrega. Pero lo más grande. Larga vida a Esa Mujer.
¿Virtuosa le dicen y usa los dientes para mamar? Eso es imperdonable hasta en las primerizas, ya ni hablar de las profesionales, así tengan el partenón de dentadura.
Publicar un comentario