Hoy he visto en DVD El Verdugo (1963) de Luis García Berlanga. No descubro nada nuevo, pero es ¡genial! Un divertimento basado en el drama de un hombre que tiene que ser verdugo -en sentido real- para no perder el piso que acaban de adjudicarle a su suegro, maestro del garrote con 40 años de experiencia; una comedia negrísima, un retrato de la España de hace apenas 40 años y una crítica social de primer orden a pesar de los 14 cortes de censura que sufrió la película. Berlanga contaba en el pasado Festival de Cine de Málaga que incluso le censuraron un simple plano de la Gran Vía de Madrid. Años después supo que el razonamiento de los censores había sido el siguiente:
-Conociendo a Berlanga, éste es capaz de incluir este plano solo para poner a cinco curas saliendo del cabaret Pasapoga.
-Si lo llego a saber, los pongo, claro.
Los actores están en estado de gracia, y encontramos a todos los nuestros: desde José Isbert hasta, en papeles de pequeñísimos, Antonio Ferrandis, Chus Lampreave, Lola Gaos, Agustín González, María Luisa Ponte y muchos más. Incluso aparece paseando por la Fería del Libro de Madrid Elena Santonja. Todos los premios y reconocimientos son pocos para ellos. Son nuestros actores, y no han tenido que irse a Hollywood. Bueno, a Hollywood es que no se van para hacer mejores trabajos, sino para poder retirarse. Y estos actores todavía están al pie del cañón.
Hay muchas secuencias y frases memorables. A mí me ha gustado especialmente todo lo relacionado con la boda de los protagonistas, un enterrador y la hija de un verdugo: la boda (religiosa, claro) se celebra después de otra boda, una boda de verdad, de postín. En cambio, estos pobres, por ser pobres y por estar embarazados, no tienen derecho más que a una vela, a un cura que apenas ve lo que tiene que leer y al suelo liso sin alfombra. De hecho, la novia tiene que sortear a los operarios que están enrollando la alfombra.
José Luis López Vázquez, como sastre militar-religioso y hermano y testigo del novio, está divertidísimo, como siempre, y su mujer, María Luisa Ponte, también está espléndida. También me gustaría citar a José Orjás, un actor de reparto de toda la vida, aquí con un doble (si no me equivoco) minipapel: como militar y como funcionario de prisiones.
En fin, imprescindible. Un gustazo.
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