Yo no puedo estar más de acuerdo con la gran verdad que encierran estas cuatro líneas. De hecho, para contar la historia de mi vida últimamente me sobran dos, que en realidad no significan nada, como explicó su autor en una entrevista en 1997. Pertenecen a una canción de Carlos Berlanga que canto de vez en cuando, cuando me doy cuenta de que mi vida es gira demasiado en torno a ellas. Pero al parecer no corren buenos tiempos para la lujuria. O al menos para una lujuria de cierta elegancia. Quizá tenga que encomendarme en cuerpo y alma a La virgen de la lujuria que filmó Arturo Ripstein hace unos años. Prometo dar luego cuenta de los favores recibidos.
Carlos Berlanga murió en junio de 2002. Yo me enteré en París y, la circunstancia de no tener sus discos a mano, me entristeció aún más. No pude escuchar allí sus canciones. Solo lo conocía de una entrevista años atrás en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, un edificio de Antonio Palacios de los años 20 que me encanta y al que acudo siempre que puedo. Pero le tenía mucho cariño y devoción.
Sentía auténtico pánico escénico. Era la pesadilla de las compañías de discos porque se negaba a promocionarlos. Rara vez concedía entrevistas a la televisión y no daba conciertos. No podía soportarlo. Así que era un artista para minorías, después de haber estado en los 80 en la cresta de la ola con los grupos de Alaska.
Su otra gran pasión, o quizás la primera, era la pintura. Lo que le gustaba era quedarse en casa pintando. Era hijo del cineasta Luis García Berlanga.
De vez en cuando escucho sus discos y recupero aquella agradable conversación con él en el Círculo.
“Yo, que solo fui para ti Paracetamol.
Yo, que me creí que tu dolor era de verdad.
Me fié de ti y en ti el mal es lo natural.” (“Traición”)
“¿Quién me querrá con mis defectos,
Quién me querrá en el 2002?
Aunque no soy nada perfecto,
Soy lo que soy” (“2002”)
“Aunque sé que yo a tu lado
Soy estorbo, soy pecado.
Políticamente correcto no soy.
Aquí en casa yo encerrado,
Como solo pollo asado
Mientras te veo saliendo por televisión” (“Políticamente incorrecto”)
“¿Por qué me siento extraviado,
Si yo a tu lado no me puedo perder?
Desgraciada moraleja,
Yo me acerco y tú te quejas
Con reproches diferentes. ¡Qué sinrazón!
Infinita paradoja,
Que me caiga y no me cojas,
Y que siempre me contestes ni sí ni no” (“Estados”)
(Antes de acabar hoy, quiero disculparme ante Vds. por las erratas y errores que se han colado en las entradas precedentes: varias frases y una entrada repetida, "recuerdar", "cirniera" y otros que probablemente no he detectado. Quiero agradecer asimismo los comentarios de los señores Baby (lone) Killer y Manuel de Sonora. Como ser ajeno a la más elemental tecnología, me veo incapaz de corregir estas erratas, de eliminar el irritante subrayado de arriba o de responderles como Vds. merecen. Eso sí, me declaro lector fiel y fan de ambos. Dado que el señor Manuel ha citado en ocasiones a sus compatriotas Ripstein y Paz Alicia Garciadiego, aprovecho para decirle que cuando vi Profundo carmesí hace años me quedé maravillado con el personaje interpretado por Rosa Furman, que ponía cordura en el delirio casamentero de Marisa Paredes. La actriz y su personaje es lo que recuerdo y lo que más me gustó de la película. En cambio, Principio y fin me pareció una película execrable, de principio a fin, a pesar de su Concha de Oro en el Festival de San Sebastián).
Mañana más.
4 comentarios:
Honradísimo de sus comentarios, Sr. Vipére y no puedo más que sentir vergüenza ajena por esa dupla de mexicanos tan sobrevalorada en el extranjero y tan justamente vilipendiada en México. Pero no se merecen más líneas de vilis. Él cuando menos alguna vez fue un buen director e hizo bellas películas... ella se debió haber quedado con sus talleres literarios y hacerle un favor al cine.
Anyway, saludos desde el norte de México.
By the way...Súper fan de la Berlanga acá también.
"El tiempo gana" es mi favorita.
Pd: Ya sé que bilis va con B, es un recurso estilístico... je!
Como recordará usted, Vipère, a mí sí que me gustó Principio y fin. Incluso creo que llegamos a un amago de discusión. No lo puedo evitar: todo lo que exude miseria, mendacidad y mierda (triple M a la que soy superadicto) me encanta. Ya lo sabe...
Comparto fervor por C.B. (cansado, impermeabilizado,...) y discrepo en cuanto a "Principio y Fin", casi mi favorita de Ripstein.
Enhorabuena por su blog, me gusta mucho.
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