sábado, abril 23, 2005

Justicia poética

Ring, ring, ring... -¿Sí? -Mira, ¿cuál es mi número de móvil? Estoy en la comisaría. Es que me han robado el bolso. - Ay, vaya. Es 939 939 393.
- (A los policías) No, no, no. Vds. me tienen que llevar a casa. ¿Y si esa gentuza me está allí esperando. (A mí). Tú fíjate: He salido del curso de psicoanálisis, me he tomado unas cañas y han pasado dos chulos muy bien vestidos y me han robado el bolso.
-Bueno, no pasa nada. Lo importante es que no te han abierto en canal con una faca. Eso pasa todos los días y hoy te ha tocado a ti. Ya está. Tranquilízate que no tiene la menor importancia.
-Es que la culpa la tiene...
-Sí, el presidente del Parlamento andaluz, Manuel Chaves, Zapatero y los otros.
-Pues sí, y el señor del bigote...
-¿Tomás de la Cuadra Salcedo?
- Pues sí, todos ellos. Bueno, tengo que colgar, que estoy en la comisaría. (A los policías) Si hay coche, como si no hay coche, a mí me llevan a mi casa o paso la noche con Vds. aquí.
(...)
-Estoy abajo en el portal. Baja a abrirme, por favor. (...)
-Ah, pero ¿te han hecho algo?
-Claro. Iban en una moto y me han arrastrado por lo menos 5 metros. Porque yo no estaba dispuesta a darles el bolso así como así. Pero me he dado cuenta de que o lo soltaba o me sacaban el brazo.
-Bueno, en esa tesitura, yo habría hecho lo mismo. El brazo te hace más falta.
-La verdad es que la policía se ha portado fenomenal. Uno incluso me ha dado su teléfono porque al parecer tenemos una amiga común.
-Pues mira, ya sabes que soy partidario de ampliar el círculo social casi a cualquier precio.
-Ahora, para mí esa gente merece que le corten las manos. Vamos, que se mueran, que se estrellen con la moto o que se pasen muchísimo con una dosis de heroína adulterada con sosa cáustica. Me da igual si voy al infierno.
- Mujer, ¿porque te hayan robado el bolso van a tener que morirse? Tú tranquilízate, que no pasa nada. ¿Quieres una tisana?
- Bueno. Es que yo no les he hecho nada. Me han robado las llaves, el móvil, la agenda, el libro de Letrahora, el artículo del otro día, mis apuntes, la cartera... No hay derecho a que yo tenga que tomar un taxi para volver a mi casa a las doce de la noche. Supongo que tendré que cambiar la cerradura. A pique he estado de dislocarme el brazo o partirme la rodilla.
-Es la primera vez que te pasa en 50 años. Si te vuelve a pasar dentro de otros 50, pues mira...
-Es que tengo un veneno dentro. Se me ha acercado un aparcacoches zarrapastroso y me ha preguntado que si me habían robado. Y yo le he dicho: "Pues sí, y no precisamente gente mugrienta como tú, sino dos niñatos en una motazo. Luego pensamos que sois vosotros los que subís las cifras de delincuencia urbana. Y no es cierto. Las apariencias engañan". Estoy supernerviosa. No me sabía ni mi propio número de teléfono. No sé ni cómo me he acordado del tuyo.
-Bueno, para que no te acuerdes de tu número, no hace falta que vivas un episodio de violencia urbana.
-No, pero si me concentro al final lo saco. Y esta noche no he podido. ¿Tú tienes un juego de llaves mío, no? Me voy a ver si llego antes que ellos y les echo una sartén de aceite hirviendo encima. Me iba a quedar más a gusto... Que se atrevan a venir a mi casa, que les voy a dar de su propia medicina.
-Pero mujer, solamente te han robado el bolso. No es para tanto. Pues no sé qué les harías a los tratistas de blancas...

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