Me declaro un fan apasionado de Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, la primera película de Pedro Almodóvar. Me encanta porque siempre me divierte y me parece que cuenta tantas cosas, aunque muchas sean mentira, que la hace única. Y muchas cosas de ellas, 25 años más tarde, todavía nos parecen ciencia-ficción. Otras sencillamente ya no tienen razón de ser: ya no podemos ser modernos reproduciéndolas. Es una película totalmente carente de la idea de culpa, pecado o represión. Es la película ALEGRE por excelencia, una celebración de la vida. Irreverente, transgresora, atrevida e incluso visionaria, y todo ello sin el menor afán de escandalizar. Almodóvar solía decir que el escándalo no estaba en sus películas, sino en el ojo del que las veía (y quería escandalizarse). También que una película que concentra tantos defectos técnicos al final se convierte en pionera de un estilo cinematográfico.
De vez en cuando, veo esta peli y me produce una alegría inmediata. Me debe de haber ahorrado unas cuantas visitas al psiquiatra a un precio irrisorio.
Bueno, pues me he acordado de ella a propósito de la aprobación en el Congreso de los Diputados de la ley de matrimonios gays. Me he dicho: "¿A qué viene este rechinar de dientes por algo que a mí no me parece una novedad? Yo ya lo he oído en algún sitio. Y bastantes veces, además. Pero ¿dónde?". Y de pronto he caído en la cuenta: es el final de la película que Pepi va a rodar con Luci y Bom como protagonistas, dentro de la película Pepi, Luci. Bom... "¡Claro! ¿Cómo no me había dado cuenta?"
Al final de Pepi..., Luci, la masoquista, abandona a Bom y vuelve con su marido, el policía que viola a Pepi al principio de la película y que al parecer ha decidido darle caña a su mujer. Así que Bom está bastante dolida y Pepi trata de animarla preparándole a las cuatro de la mañana un plato de bacalao al pil-pil. En la cocina de Pepi, hablan de todo, de que con una masoquista no sabes a qué atenerte, de que lo peor es acostumbrarte, de que en la cama puede ser increíble, a pesar de la pinta de mosquita muerta que alguien tenga, de cómo evolucionan los gustos, etc. Y Pepi le cuenta el final que había ideado para su propia película -metacine-:
"Lo tengo todo pensado. Tú y Luci os casábais, las dos de blanco, claro, y yo tenía un hijo del policía. Y el día que salía del sanatorio, os lo llevaba como regalo de bodas. Porque claro, vosotras ya habíais formado un hogar. Pero no sé, me gustaría algo más realista".
Pues nada, Pepi: 25 años más tarde tu final es perfectamente realista. Fuiste una visionaria. El futuro ya está aquí. ¡Enhorabuena!
1 comentario:
Pepi es mi favorita también. Tan moderna como el crepé.
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