Desgraciadamente no en mi cama, sino en la de Elvira Mínguez en Tapas, la película de José Corbacho (el pobre codirector y coguionista Juan Díaz tendrá que esperar a otra mejor ocasión para que se le tenga en cuenta). Se trata de una película sencilla de personajes de barrio que puede dar la sorpresa y funcionar bien en la taquilla, gracias también al tirón televisivo de Corbacho. De hecho, lleva el mejor camino para ello con los premios que ha logrado en el Festival de Cine de Málaga, y los productores han puesto toda la carne en el asador con un estreno reforzado con un número de copias bastante considerable.
Yo pasé un rato bastante agradable. Creo que los personajes están bastante bien definidos y bien interpretados por sus actores. Tiene humor, ternura, situaciones muy reconocibles por su cotidianeidad, también estereotipos, algunos no por ello menos reales, provocación, una mirada amable hacia la inmigración, hacia las putas de buen corazón, personajes increíbles (para otros, pero yo me lo creo todo, todo), y plantea también temas de calado. Tengo que decir, aunque parezca una herejía, que yo no soy fan de María Galiana: desprende algo que no me creo. Pero bueno, tiene su público y responde a sus expectativas.
Quien sí ha respondido -¡y cómo!- a las mías es Rubén Ochandiano. A pesar de su look grassy de jovenzuelo reponedor en un supermercado, de su horrenda vestimenta y de sus pendientes, está muy bien. No me extraña que Elvira Mínguez, que también me ha gustado mucho, haya declarado que nadie la ha besado nunca, ni en el cine ni en la vida, como Rubén Ochandiano. Ambos han entregado toda su pasión a la película y francamente es muy de agradecer. Desde luego yo no tenía ojos más que para ellos: estaba deseando que aparecieran en la pantalla.
A Ángel de Andrés López, instalado sin pudor desde hace años en la obesidad mórbida -hay que recordar que por ello no pudo participar en Las cosas del querer II-, habría que recordarle que cuando se pesan 130 kilos ni por exigencias del guión se puede salir desnudo fuera de la ducha de casa.
Felicidades a los guionistas y a la pareja citada. Sienta bien un poco de pasión y de tensión sexual, aunque solo sea en el cine.
3 comentarios:
María Galiana no desprende. Supura. Autocomplacencia.
Muchas gracias por la puntualización, señor Killer. Esa es la palabra: autocomplacencia. No quisiera cargar las tintas contra ella tampoco, pero no es que esta mujer no me transmite nada. ¡Qué le vamos a hacer!
Todo lo contrario que Concha Velasco. Vi también (pero en casa) "París-Tombuctú, una gamberrada berlanguiana y un estupendo autorretrato del director. Concha Velasco está magnífica, muy guapa, soltándose la melena y haciendo gala de sus tetas, que para eso tiene dos y muy en su sitio, sin necesidad de cirujanos.
Muero por que llegue a México...aunque pensándolo bien mejor no me muero, porque luego ¿cómo la veo si no me convierto en el espíritu santo, como me lo han prometido?
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