Sí, al parecer, de esta canción escrita en mala hora por Consuelo Velásquez, fallecida el pasado mes de enero, hay todas las versiones imaginables (e inimaginables). En todos las lenguas del mundo. Puede que incluso en algunas de esas lenguas muertas. Hombres, mujeres y travestis, con o sin voz, todos se han atrevido. Desde Dalida a Mina, pasando Nana Mouskouri, Cesaria Evora, Luis Miguel o Marc Lavoine. Por no hablar de todos los artistas -ja, ja- populares que perpetran (todavía) una versión más en el metro, en el parque o en las terrazas del centro. Las versiones parecen multiplicarse en progresión geométrica. ¿Qué tiene la canción? ¡Por favor! ¡Todo tiene un límite! Y yo voy a estallar si vuelvo a escuchar a estos zarrapastrosos alternativos resolviendo sus partes más oscuras con un lalalalalalala realmente irritante. Parece que me persiguen. Ayer, al caer la tarde, estuve a punto de subirme a una mesa de la terraza en la que me tomaba un mojito para ser resolutivo y acabar de una vez por todas con el aporreo de un teclado ratonero que producía el efecto de un serrucho en el tímpano: “Este señor se empeña en acabar esta delirante versión del Bésame mucho con arreglos de isas canarios. ¿Verdad que es para no dar crédito? Si todos le damos algo YA, quizá apague, por el amor de Dios, esa caja de ritmos acoplada y se vaya con la música a otra parte. Esto no es vivir”.
Pero entonces tuve una bajada de tensión y me he despertado esta mañana en la maison de repos, donde, claro, ya me conocen por reincidente. Pero ya estoy de vuelta en casa, al parecer con las constantes vitales bajo control.
lunes, mayo 30, 2005
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2 comentarios:
Bésame mucho. Sí. Con un lanzallamas.
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