- Encantado, dije sin que me diera tiempo a ensayar una pose digna de una revelación como la respuesta a la pregunta que a Eric Berne le exigió un libro de unas 300 páginas, ¿Qué dice Vd. después de decir hola?
Acto seguido fuimos a comer a un paraje troglodita de gran belleza. Y dentro de una de esas cuevas, me reveló con toda franqueza otros propósitos, la cara B de la pregunta de Berne:
-A mí no me interesa acogerme a ningún tipo de subvención europea porque en este negocio me interesa invertir un 50 % en negro.
-Le advierto que yo podría ser inspector fiscal. No se crea que a mí puede callarme con una comida. Recuerde La cena de los idiotas.
Pero entonces miré por la ventana y descubrí un gran desierto que hizo las delicias de Sergio Leone en los 60. Y seguí comiendo y respondiendo a preguntas sobre si yo también había sucumbido a la moda de los divorcios.
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